Madriz / Comisariado 26 de July 2017 por Irene Calvo Tweet · Share

Lo material y lo racional

Beatriz Ortega Botas es una de las seleccionadas en la convocatoria Inéditos 2017 de La Casa Encendida, una experiencia que ha marcado su trayectoria.

“Grasping a Concept is Mastering the Use of a Form” es el título de la exposición comisariada por Beatriz Ortega Botas que ha sido seleccionada en la convocatoria Inéditos 2017. Ortega ha trabajado con obras que proporcionan un encuentro entre pensamiento y materia y, por tanto, una experiencia estética realista y materialista, supeditada a un conocimiento racional. La comisaria es también editora la revista académica sobre arte y filosofía _AH Journal y una de las fundadoras del espacio expositivo sin ánimo de lucro Yaby donde organiza, junto al artista Alberto Vallejo, exposiciones colectivas breves que tratan de propiciar el diálogo entre el contexto madrileño y el arte que se está produciendo en distintos puntos del exterior.

Los cinco artistas con los que Beatriz realizaría una hipotética exposición colectiva son José Luis Alexanco, uno de los protagonistas de la vanguardia española de los años 60 y uno de los artistas pioneros en España en experimentar con sistemas informáticos; Elena Blasco, quien indaga sobre temas como la violencia de género, el abuso y otras injusticias sociales que afectan a la identidad del ser humano; Teresa Solar Abboud, quien en su producción utiliza como referente base las limitaciones del lenguaje y los problemas de la traducción, Julia Spínola, a través de instalaciones, esculturas y obras gráficas investiga en el concepto de la percepción y su subjetividad; y, por último, Alberto Vallejo, quien desarrolla sus trabajos en base a teorías filosóficas.

MOUVNT 13.

¿Cómo definirías la labor de un/a comisario/a?

Me cuesta definir la labor de un/a comisario/a porque creo que hay muchísimas formas de comisariar y que dicha labor varía con cada proyecto. No creo que exista un modus operandi en particular, ni una serie de funciones que siempre se tengan que desempeñar, como tampoco creo que se puedan establecer unos objetivos fijos que haya que cumplir con cada propuesta curatorial. Dicho esto, y por buscar constantes dentro de la práctica curatorial, evidentemente se trata de un proceso de trabajo que implica la colaboración con otros/as y con el trabajo de otros/as, y en este sentido la labor de un/a comisario/a se define siempre en conversación. La práctica curatorial tiene mucho de puesta en común, y parte del trabajo de un/a comisario/a consiste en mantener un contacto productivo con el trabajo de los/as artistas, no solo en busca de resonancias con la investigación propia, sino en un diálogo abierto en el que las prácticas artísticas puedan afectar al discurso curatorial, alterándolo y reconduciéndolo.

¿Qué crees que hace falta para ser comisario/a?

Lo primero es algo que, por elemental, muchas veces se pasa por alto, y no es otra cosa que tener la oportunidad de hacer exposiciones. Es decir, disponer del espacio adecuado, del tiempo suficiente y de los medios que permitan realizar un proyecto curatorial —ya sea una exposición al uso o una propuesta online, editorial, una muestra audiovisual, performática… Esto no siempre es fácil, y menos al ser la práctica curatorial un trabajo que depende de su visibilidad y del trabajo de otros/as. Una vez superado el obstáculo inicial de poder hacer, creo que hay otra cuestión fundamental, y es preguntarse constantemente por la pertinencia y la relevancia del proyecto curatorial que se pretende —de qué manera responde al contexto cultural en que se inscribe, qué aporta a este contexto, por qué ha de tomar la forma que toma y no otra, como por ejemplo, la de un simple texto… Al hilo de esto, creo que es importante estar informada sobre los discursos curatoriales contemporáneos, sobre el debate artístico actual, y sobre las producciones teóricas y artísticas que los generan y articulan. Una comisaria tiene que saber de qué está hablando, desde dónde habla, en qué conversación participa; tiene que poder justificar lo que dice, cómo lo dice —el lenguaje curatorial que maneja—, la selección de artistas y obras que hace, y al mismo tiempo dejar espacio a obras y artistas, entender la especificidad de sus propuestas y la autonomía relativa de de éstas con respecto de la propuesta que las engloba.

Caja, 2016.

¿Por qué has elegido a estos/as artistas?

Hace tiempo que fantaseo con la idea de exponer la serie de esculturas MOUVNT que José Luis Alexanco realizó en el Centro de Cálculo de Madrid en torno a la representación, sistematización y mutación informática de las formas humanas. Creo que las esculturas en cerámica de Teresa Solar Abboud, en las que también explora la relación del cuerpo con el mundo material que habita, harían una combinación sugestiva con las piezas de Alexanco. En esta misma línea, en relación al cuerpo, al entorno y a la intuición, me interesa mucho el juego plástico con el material —espumas, cerámicas pintadas— de Elena Blasco. Me gusta mucho también el trabajo más reciente que he podido ver de Julia Spínola, en la feria ARCO y en la galería etHall. Su estudio de la forma vinculada a las vanguardias españolas —en este caso a la poesía de Lorca— tiene mucho que ver con mi propio interés por la revisión del proyecto de la modernidad y de los formalismos. Por último incluiría a Alberto Vallejo, cuya investigación es muy cercana a la mía, en especial su trabajo sobre notación musical, quiromasaje y visión artificial.

¿Cuáles son tus referentes o ideales a la hora de comisariar?

No tengo ningún referente en particular; desde luego que me influye mi entorno más inmediato, por el que me siento interpelada y al que trato de responder —en especial las programaciones de espacios que no se limitan a acoger la producción artística de su contexto local, sino que la afectan, la estiman y la transforman por medio de líneas curatoriales novedosas y de calidad. Destacaría Salón en Madrid (Ángela Cuadra y Daisuke Kato), The Green Parrot, en Barcelona (Rosa Lleó), y Fluent, en Santander (Alejandro Alonso Díaz).

De la serie Crushed by pressure, 2017.

¿Cómo ha influido (o influirá) en tu trayectoria como comisaria emergente el haber sido una de las seleccionadas de Inéditos 2017? ¿Crees que hacen falta más convocatorias de este tipo?

Creo que Inéditos es muy importante a la hora de darle visibilidad a tu trabajo. Es cierto que puedes funcionar en un circuito más independiente, pero tener la oportunidad de comisariar una exposición en una institución con tanta repercusión como La Casa Encendida no es lo habitual, y menos para una comisaria que está empezando. Además, es una experiencia formativa —o al menos lo ha sido para mí—: tener que adaptarme a los tiempos de trabajo de la institución, aprender a manejar presupuestos, coordinar a un número más elevado de artistas, realizar un catálogo. Son todo funciones en mayor o menor medida nuevas para mí, que han requerido de habilidades que he tenido que ir desarrollando sobre la marcha a medida que se materializaba el proyecto. El trabajo con el equipo de La Casa Encendida ha sido también uno de aprendizaje, que sin duda ha influido en mi manera de entender la labor curatorial y que, seguro, cambiará mi forma de trabajar en el futuro. En este sentido, la existencia de convocatorias de comisariado es positiva, desde luego, ya sea en instituciones, en galerías comerciales o en espacios independientes. Y no solo para quienes se dedican al comisariado, sino también para artistas y otros agentes que se benefician del enriquecimiento del contexto cultural que estas convocatorias suponen. Pero también es importante el desarrollo de lo que viene después, del curso puramente profesional del comisariado, más allá de la dinámica del dossier y la deadline; quizá habría que reforzar los mecanismos que permiten que una postura curatorial premiada pueda tener continuidad, desarrollarse y evolucionar en el tiempo que sigue al momento puntual del premio.

Tu trabajo tiene unas bases filosóficas muy importantes, como podemos ver en "Grasping a Concept is Mastering the Use of a Form". ¿Cómo es el proceso de adaptación de un concepto filosófico a un proyecto curatorial?

"Grasping a Concept is Mastering the Use of a Form" tiene mucho que ver con la investigación académica que he realizado en los últimos años y que está relacionada con los debates estéticos y políticos que surgieron a partir de la revisión neo-racionalista de la cuestión del encuentro entre el pensamiento racional y el mundo material. La exposición parte de mi interés por el proyecto filosófico de Wilfrid Sellars —precisamente por su esfuerzo por explicar el concepto de una mente que adquiere conocimiento de un mundo del que forma parte y que la afecta— y por la relevancia que éste pudiera tener a la hora de entender el encuentro estético como un lugar desde el que lo material motiva cambios en los procesos de pensamiento racional. A partir de aquí, el proceso curatorial consistió en buscar artistas cuyo trabajo encajase con la premisa —en especial por su pertinencia estética con respecto a la propuesta curatorial: la forma asemántica, simplificada, lo sinuoso, lo orgánico, que diera pie al juego de inferencias del que hablaba la exposición— y en establecer luego un diálogo con las obras para entender de qué manera afectaban de vuelta a mi propuesta, variándola y afinándola. Aunque suelo partir de un marco teórico definido, mi manera de trabajar no siempre ésta; por ejemplo, en las tres últimas exposiciones organizadas en Yaby, la premisa conceptual no estaba tan marcada desde un principio, y los discursos de los/as artistas y la propia plasticidad de las obras tuvieron más peso y fueron más determinantes en el desarrollo de la línea curatorial.

De la serie Cien rostros iguales, 2017.

¿El arte puede ser un catalizador de la filosofía y viceversa? Si la respuesta es afirmativa, ¿qué papel tendría la figura curatorial en este escenario?

Bueno, no sé si tanto como un catalizador… Creo que la filosofía puede servirse del arte como se sirve de muchos otros materiales, y desde luego que los objetos artísticos pueden provocar o facilitar el desarrollo de la teoría, como sucede a la inversa en el desarrollo del arte. Pero entiendo que la catálisis es un proceso más complejo que no me atrevería a extender con tanta generosidad al arte en general. La idea de un arte que opera como “catalizador” del conocimiento sí que me interesa, pero creo que es importante investigar en profundidad de qué manera se da —si es que se da— esta operación y —si, por el contrario, no se da— de qué manera puede darse. Mi exposición en Inéditos planteaba esta cuestión tratando de vincular epistemología y estética, proponiendo una relación productiva entre el pensamiento racional y la forma plástica a partir de la inferencia. Según yo lo veo, el papel de la comisaria en este escenario tiene que ver con el análisis crítico y con una propuesta estética: qué tipo de relaciones se dan o pudieran darse entre arte y filosofía, si éstas son interesantes o pertinentes o si debieran revisarse y plantearse otras.

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