Labor de mediación
Francisco Ramallo entiende la curaduría como una labor de mediación que necesita de la curiosidad del comisario.
Como la mayoría de los comisarios que aparecen en esta sección, Francisco Ramallo también es profesor de historia de arte. Ha desarrollado recientemente el proyecto UT PICTURA, con el que alteró el funcionamiento tradicional de las galerías de Madrid introduciendo la poesía en el espacio expositivo, y con el que hizo la exposición "UT PICTURA" en la galería 6más1. En 2018 podremos ver uno de sus proyectos de comisariado en España, el AAMA (Archivo aberto da memoria arquitectónica) con el que ganó el certamen del EAN7 de la Cidade da Cultura de Santiago para intervenir las Torres Hejduk, por citar algunos de sus proyectos más recientes. El año que viene verán la luz dos monografías sobre la imagen de la ciudad en tránsito en la cultura contemporánea en las que Francisco está trabajando, y se publicará un libro en el que Ramallo es coautor, “Representaciones del espacio hostil en literatura y en arte: imágenes y metáforas”.
Los artistas con los que Francisco realizaría una hipotética exposición son Jacobo Castellano, artista centrado en temáticas relativas a la memoria o el juego; David Bestué, escultor interesado en analizar los movimientos estéticos e históricos a través de sus obras; Kristoffer Ardeña, artista plástico cuyos trabajos están marcados por un proceso íntimo que encuentra complicidad en los espectadores; Joana Cera, no le gusta enmarcarse en una técnica en concreto pero, a través de la escultura, el dibujo y otras disciplinas, cuestiona en sus obras las jerarquías que existen en nuestra realidad; y por último, La Ribot, artista multidisciplinar que abarca campos como la danza o la performance hasta la instalación y el videoarte.
¿Cómo definirías la labor de un/a comisario/a?
El de comisario es un concepto en construcción, una figura en vías de codificación que se presenta en diferentes versiones (“comisario-cero”, “comisaro-autor”, etc.), y que en definitiva lleva a cabo una labor de mediación y de colaboración en la presentación de la obra, estableciendo puentes, nuevas lecturas.
¿Qué crees que hace falta para ser comisario/a?
Hace falta una curiosidad insaciable, de estudio, de investigación, de seguimiento de los artistas y de la crítica y las teorías estéticas, que sea capaz de producir un “almacenaje” que posibilite el comisariado y lo trascienda.
¿Por qué has elegido a estos/as artistas?
Mi selección responde a la consideración de algunas de sus exposiciones en Madrid como especialmente relevantes:
Jacobo Castellano: Su proyecto “Homo Ludens” que tuvo lugar en el 2015 en la galería F2 es un caso de exposición “redonda”.
David Bestué: actualmente se puede visitar su proyecto “ROSI AMOR“ en el Reina Sofía, pero su entrada en el “barrio” fue a través de su exposición “La España moderna” en García Galería en 2015.
Kristoffer Ardeña: “Negros Paintings” supone el paso de este artista por la Galería Espacio Mínimo y su colaboración con artistas y no artistas, filipinos y españoles, y estudios de Madrid en el año 2016.
Joana Cera: ha presentado este año “Lapso” en la Galería Alegría. Con este proyecto, pudimos asistir a un interesante diálogo entre la poética de los materiales y el reducido espacio de esta galería.
La Ribot: Con "Take a sit" acaba de presentar en Max Estrella un emocionante do you remember compuesto por los vídeos "Traveling Olga / Traveling Gilles" y "Mariachi 17", junto a una instalación llamada "Walk the bastards", formada por las sillas descartadas de su conocida performance "Walk the chair".
¿Cuáles son tus referentes o ideales a la hora de comisariar?
Hemos asistido a excelentes proyectos curatoriales en las últimas décadas. Pero más que en comisarios concretos, prefiero pensar en lugares que posibiliten la creación y la práctica curatorial, en espacios interdisciplinares, de aprendizaje holístico, de experimentación, de cruces de caminos, de encuentro, con equipos de trabajo comprometidos, que posibiliten nuevas rutas, como el célebre Black Mountain College. Entre sus profesores y alumnos encontramos autores como el recientemente fallecido Mark Strand, poeta y artista, discípulo de Joseph Alberts, cuyo libro "The monument" acaba de ser traducido al castellano. También en Estados Unidos, destacaría el New Museum de Marcia Tucker en el Bowery, un espacio que desafiaba a la institución museística y que justo ahora celebra su 40 aniversario, permitiendo la visita en streaming a sus exposiciones e intervenciones en la ciudad. En Europa pienso en lugares como la Residencia de Estudiantes, donde, como es muy conocido, coincidieron Lorca, Dalí y Buñuel y por donde pasaron Aragon, Marie Curie o Einstein, o en el Collège de France, que fue un observatorio de investigación, donde encontramos nombres como Lévi-Strauss o Barthes, y al que Valery se referiría como “el lugar donde la palabra es libre”.
En alguna ocasión has calificado el trabajo del curator como "invasión", al crear nuevas instalaciones, despojando de su contexto original a las piezas artísticas. ¿Es el curator un artista? ¿Debe tener en cuenta en sus proyectos esta "invasión" a la hora de seleccionar las obras y articular un discurso?
El uso de piezas para un discurso diferente al que originariamente tuvieron es una invasión que reactiva la multiplicidad de posibilidades de lectura. Creo que el debate que se produce en la pieza entre su contexto original y su “nueva vida” es algo que contribuye al enriquecimiento de la experiencia expositiva. Los conceptos de lo inacabado y lo inagotable que subyacen en esta cuestión, son algo que siempre trato de tener presente cuando abordo un proyecto. Como dice Didi-Huberman: “En esto debería consistir una exposición, en un ensayo basado en relaciones entre imágenes que en principio son infinitas, que pueden ser repensadas una y otra vez”.
El proyecto Archivo Abierto de la Memoria Arquitectónica es un archivo sonoro de patrimonio inmaterial. Desde tu punto de vista, ¿cómo se relacionan estas disciplinas, la curaduría y la archivística? ¿Actúa un archivero como curator? ¿Y viceversa?
AAMA es un proyecto de archivo abierto de patrimonio inmaterial para La Cidade da Cultura. La Cidade está conformada por varias entidades archivísticas, que desempeñan una labor de conservación del patrimonio en el ámbito cultural gallego. Las torres Hejduk, el espacio al que va destinado el proyecto, fueron diseñadas para otra finalidad y lugar, y yo quería dotarlas (ejerciendo de “archivero infiltrado”), de las mismas funciones que sus arquitecturas “hermanas” diseñadas por Peter Eisenman. El archivo funcionaría como un modelo abierto que compite con el formato de la biblioteca, que es una idea tomada de Foucault. Mi intención aquí ha sido la de introducir una historia de la arquitectura silenciada o desaparecida en Galicia, un pequeño relato arquitectónico a través de las voces de los que la han experimentado. El resultado pretende ser una memoria recuperada paralela a la hegemónica, seleccionada y recogida por los artistas del EAN7, que también ejercerán de archiveros. Las torres Hejduk se convertirán así en una suerte de archivo, de herramienta fundamental para luchar contra el olvido arquitectónico, al mismo tiempo que supondrá un lugar de investigación y reflexión. Respecto a quien es archivero y quien no en este tipo de proyectos, creo que pueden ser oportunas unas palabras de Miguel Morey: “todo cuanto hay que saber excede cualquier límite y hay tantos itinerarios, tantos recorridos, tantas bibliotecas posibles como individuos que interroguen la tradición”.
En la muestra “UT PICTURA”, que actualmente se puede visitar en la galería 6más1, estableces conexiones entre la poesía y las artes plásticas, relacionando cuatro poetas con cuatro artistas que han desarrollado obras basadas en los textos de estos poetas. ¿Cuál es el papel del comisario en un proyecto interdisciplinar como este?
Quería partir una exposición de propuestas artístico-literarias actuales para, interfiriendo lo menos posible en el resultado, conseguir que el libro de poemas decidiera como tenía que ser la obra, forzando imágenes en artistas cuyos trabajos trascienden lo pictórico. El objetivo final era romper el funcionamiento habitual de la galería, convirtiéndola además en una sala de lectura. El proceso ha sido el siguiente: tras contactar con algunos de los poetas que he leído y seguido en los últimos años (Luis Muñoz, Ada Salas, Mercedes Cebrián y Mariano Peirou), estos han elegido el libro con el que cada artista (Sonia Navarro, Daniel Silvo, Miguel Ángel Torneo, Tamara Arroyo) tenía que convivir en su estudio. Mi papel ha sido de pura intermediación, entregando el libro al artista, para que posteriormente, se produzca la coincidencia de todos en la galería. Cada obra ha sido previamente presentada en el espacio expositivo, al mismo tiempo que tenía lugar una lectura de poemas del libro que la provocó. Hasta el 23 de enero se muestran los cuatro proyectos resultado de la contaminación provocada, junto a los cuatro libros, que pueden ser usados por el público. La galería está funcionando, en este sentido, como una sala temporal de lectura.