Entre el artista y la institución
Involucrado desde el inicio en el proyecto Generaciones de La Casa Encendida, Ignacio explica su concepción del comisario como acompañante del artista y mediador entre éste y la institución.
El Centro de Creación Contemporánea ECCO, La Casa Encendida o el Museo Es Baluard son algunas de las instituciones donde Ignacio Cabrero ha comisariado exposiciones. Desde su formación de Bellas Artes y habiendo trabajado durante casi dos décadas en una institución como La Casa Encendida, Cabrero entiende la función del comisario como un mediador.
Los artistas con los que Ignacio realizaría una hipotética exposición son Tamara Arroyo, cuyo trabajo tiene un vínculo directo con los espacios que habita o transita y los cambios en su entorno; Ignacio Bautista, quien valiéndose de diferentes lenguajes plásticos, propone una relectura de nuestros comportamientos más cotidianos; José Díaz, en sus lienzos investiga sobre el entorno urbano y lo noctuno con influencias de la ciencia ficción y lo fantástico; Elena Lavellés, aúna en sus piezas un interés por lo geológico y lo geográfico, así como lo histórico y la memoria de los lugares, sin dejar de lado una crítica social; y, por último, Rosell Meseguer, artista visual que desarrolla en sus trabajos investigaciones entorno a la construcción de la historia y las consecuencias sociopolíticas, mediante metodologías como la documentación.
¿Cómo definirías la labor de un/a comisario/a?
Creo que la labor de un comisario depende del proyecto de comisariado, no es lo mismo un comisariado de una exposición de tesis que requiere de un proceso de investigación previo, que un comisariado de un proyecto artístico específico de un artista individual, por ejemplo. Pero la labor que personalmente más me interesa del comisariado es la de mediación entre el artista y la institución, acompañamiento en el proceso y respeto con su trabajo, para lograr una correcta exposición de su proyecto.
¿Qué crees que hace falta para ser comisario/a?
Para ser un buen comisario, en teoría, se debería tener una amplia formación artística y humanística, para ser capaz de relacionar los nuevos lenguajes y proyectos propios del arte actual, con sus referentes de artistas más clásicos, o pensadores y artistas de otras disciplinas. No perder nunca la curiosidad por visitar exposiciones, estudios de artistas, y pasearse por el Museo del Prado. También tener una visión espacial que te permita visualizar los proyectos en el espacio, y ser capaz de determinar la mejor manera de exponerlos. Pero quizás, lo más importante es estar comprometido con el trabajo del artista, para profundizar y acompañar en el proceso, en las inquietudes, inseguridades, e imprevistos que van surgiendo. También tener una capacidad de mediación con las instituciones, y diferentes agentes que intervienen en una exposición, como el editor y diseñador del catálogo o el coordinador de la exposición.
¿Por qué has elegido a estos artistas?
Podría elegir a otros muchos artistas, dependiendo del contexto, estado de ánimo, tema en el que esté trabajando... En fin, hay un montón de variables que influyen. Si he optado por elegir a los cinco artistas mencionados, que trabajan en Madrid, es porque últimamente he visto alguno de sus trabajos, o he tenido alguna experiencia profesional con ellos con un buen recuerdo, o me apetece mucho volver a encontrarme con ellos.
¿Cuáles son tus referentes o ideales a la hora de comisariar?
No tengo referencias claras a la hora de comisariar. Sí es cierto que me interesa mucho la mezcla de disciplinas y periodos artísticos, o exposiciones comisariadas por profesionales de otros sectores, como las del Palazo Fortuny en Venecia, del interiorista Axel Veervoordt. También me interesan mucho las exposiciones individuales, e intervenciones específicas en espacios no convencionales. Pero, en general, creo que cada proyecto curatorial es diferente, y el referente debe ser el compromiso con el proceso y el artista, y con el buen resultado.
Aunque eres licenciado en Bellas Artes, has desarrollado tu actividad principalmente en la gestión cultural. Alguna vez has afirmado que tu perfil artístico sale a relucir cuando comisarías. Según tu experiencia, ¿es la curaduría una disciplina artística como puede ser pintar, dibujar, fotografiar o esculpir?
No puedo obviar mi formación artística en Bellas Artes, por lo que vivo los procesos con una proximidad y complicidad con los artistas con los que trabajo, pues muchos han sido compañeros de facultad. Creo que todo trabajo, si se realiza con el determinado compromiso y honestidad, se acerca al proceso experimentado en cualquiera de las disciplinas artísticas.
¿Cuál es el reto que asumes al comisariar y coordinar Generaciones año tras año?
Efectivamente mi labor como comisario en Generaciones también incluye la coordinación del proyecto. El reto es el correcto acompañamiento en el trabajo de los artistas. Los proyectos seleccionados por un jurado en Generaciones, donde tengo voz, pero no voto, no están normalmente finalizados. Mi labor es acompañar al artista en la finalización de los mismos durante seis meses, facilitándoles las herramientas necesarias, ya sean sobre cuestiones conceptuales, como de montaje, correcta exposición, o selección del autor que desean escriba en el catálogo. Me siento también una especie de tutor, aunque siento mi labor de comisario más en relación con la correcta exposición y ubicación de las piezas en las salas, tratando de generar complicidades y guiños entre las mismas. No intento pensar en ningún tema, pues no son obras elegidas para forzar un discurso, aunque en el catálogo siempre escribo sobre una idea o metáfora que me ha surgido, pues es obvio que son artistas que pertenecen al mismo contexto y generación, por lo tanto tienen inquietudes comunes.
Tras colaborar en las dieciocho ediciones de este certamen, ¿hacia dónde crees que va el arte contemporáneo emergente en España respecto a temáticas, proyección internacional, aspiraciones...?
He sido comisario de Generaciones las últimas seis ediciones, aunque es cierto que he estado en la gestión del proyecto desde sus inicios. El arte contemporáneo en España ha sufrido una evolución en los últimos veinte años, aumentando la profesionalización de los artistas. La gran mayoría han pasado por universidades extranjeras, y muchos de ellos tienen galería o han participado en exposiciones institucionales. Las manera habitual de formalizar actualmente los proyectos, es a través de la instalación o intervención en el espacio. Las disciplinas han desaparecido y las temáticas son tan diversas como los artistas, y aunque muchos proyectos tratan temas de actualidad, tanto sociales como políticos, o temas relacionados con el espacio, existe una tendencia a tratar sobre mundos paralelos, ciencia ficción, la magia o el futuro. Respecto a la proyección internacional, desafortunadamente no hay todavía una gran presencia representativa de artistas españoles en ferias, exposiciones, o bienales internacionales, pues ni somos centro, ni periferia. Quizás debamos reivindicar nuestro lado más latino, para ver si podemos estar junto a esa pujante escena latinoamericana. O, mucho mejor, nuestro lado más africano, ¿por qué no?