PROYECTOR. El videoarte está vivo
PROYECTOR Festival de videoarte celebra su décima edición expandiéndose como plataforma dedicada a este medio artístico. Mario Gutiérrez Cru, director del festival, explica en qué situación se encuentra el videoarte y cuál será, a su juicio, su evolución.
El videoarte lleva décadas ocupando un espacio en la escena artística contemporánea, a pesar de que pueda parecer una manifestación reciente. Surgido en los años 60, sus pioneros (tales como Nam June Paik, Wolf Vostell o el grupo Fluxus) quisieron romper con los circuitos comerciales de la imagen para generar nuevos medios artísticos. Con el tiempo, estos medios lograron conectar con nuevas emociones y sensaciones en el espectador que sin duda gracias al avance de las nuevas tecnologías se han visto favorecidas, ampliándose las posibilidades creativas.
Grabaciones, videos, instalaciones que incorporan monitores de video, visualización de imágenes y sonido, performances o acciones en las que se incluyen audiovisuales… El videoarte pretende hoy democratizar la creación, participando de ella y generando una nueva relación entre artista y espectador a través de la observación, además de favorecer su difusión en nuevos espacios expositivos.
En Madrid, el festival PROYECTOR, que tiene lugar entre el 7 y el 17 de septiembre, lleva diez años trabajando por estos mismos objetivos. Para este aniversario, se ha preparado una programación especial en la que se incluye una selección de lo mejor de la trayectoria del Festival, a través de videoinstalaciones, intervenciones y proyecciones en el espacio público, comisariados de festivales internacionales, talleres en la Sala el Águila y por segundo año, encuentros profesionales de videoarte en la sala Alcalá 31. Los espacios expositivos se distribuyen por la ciudad: Intermediae-Matadero, Tabacalera Promoción del Arte, Medialab-Prado y el Institut Français; varias galerías de barrio de Lavapiés como Cruce, Nadie Nunca Nada No o galería Theredoom, y otros espacios más alternativos como Quinta del Sordo.
Para aproximarnos al festival y al videoarte, hemos hablado con Mario Gutiérrez Cru, director de PROYECTOR, que nos ha contado algunos detalles sobre este aniversario y la evolución de esta manifestación artística.
¿Cómo y cuándo comienza tu relación con el videoarte?
Las cámaras de vídeo, ya sean Super 8, Hi8, siempre nos acompañaron en los viajes familiares. Me encantaba el sonido del proyector de cine casero, la oscuridad que se rompía con imágenes sordas que hablaban más de lo que decían. Poco a poco fui cogiendo cámaras, aficionándome a jugar con ellas, dialogando con lo que se graba y con lo que se muestra, en esa sutil línea que separa una documentación de una pieza intencionada.
¿Cómo definirías el videoarte?
No lo definiría. Algunos expertos dirían tantas cosas mejor que yo, definirían cada una de sus características, crearían perfiles, sites y slides para explicar algo que sólo deberíamos disfrutar, sentir con la visión y el oído.
¿En qué se diferencia el videoarte -si lo hace- de otras formas de vídeo actual como el videoclip o el vídeo documental?
El videoarte está vivo; si podemos partir de que nació con dos premisas en los años sesenta: escultura expandida o pieza de arte grabada en cinta magnética, y que ambas han evolucionado y sobre todo la segunda ha pasado de magnética a digital, ya no podemos decir qué es y qué no es videoarte. Muchísimos y buenísimos videoartistas han creado piezas de videoclip, últimamente los videoarte son cada vez más documentales. Las artes cinematográficas y visuales están cada vez más interconectadas, y eso es lo bonito.
¿Qué momento está viviendo el videoarte en España?
Son muchos los creadores que están trabajando con ese medio, ya sea por el placer que sienten por él, ya sea por la facilidad de creación sin necesidad de estudios, mancharse, almacenar. Ya sea por el abaratamiento de los sistemas de captación, edición y visionado. Son muchos los festivales que apuestan por el videoarte, y cada vez está más presente en museos, galerías, coleccionistas, aunque siga como el gran desconocido en el público general.
¿Y qué dificultades encuentra?
Falta de apoyo para la producción, falta de calidad para la exhibición; y en relación a calidad, adecuación de espacios, falta de coleccionistas...
¿Se vende videoarte en los circuitos artísticos?
Se vende videoarte en los grandes circuitos de ferias internacionales donde unos pocos nombres se rifan a precios desorbitados, fuera de una métrica general y lógica, al igual que ocurre con otras prácticas plásticas, para continuar la especulación y mantener las inversiones de bancos, fundaciones, museos y coleccionistas. A pequeña escala, no hay ventas. Incluso ferias como LOOP,quizás la mejor feria de videoarte del mundo, no es más que un maravilloso escaparate para ver, disfrutar.
En este contexto ¿cómo y con qué objetivo nació PROYECTOR?
Nació por necesidad. Madrid estaba carente de espacios donde el videoarte tuviera cabida. El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía acababa de comprar su colección de vídeo, cuarenta años después de que su presencia fuera definida y clara, aun sabiendo que no era una moda pasajera. Así era Madrid, las ferias todavía no mostraban casi piezas y, desde luego, los artistas desconocidos no tenían ninguna oportunidad de mostrar sus creaciones: si encontraban el festival al que candidatarse, su pieza se hubiera mostrado en vídeo monocanal horizontal en loop con otras tantas piezas. Sin respetar escalas, formatos ni mucho menos la relación con el espectador.
¿Por qué es importante la conexión entre el lugar y la obra de video en el festival?
PROYECTOR intenta dar un espacio a cada obra, creemos que las piezas están pensadas para una escala y ésta debe convivir con el contenedor y crear un diálogo con el espectador, por eso tratamos de cuidar las piezas, por eso damos más importancia a las piezas instalativas que las piezas más cinematográficas. También, si hablamos de lugar como un circuito en la ciudad, nos interesa llegar a todos los públicos por lo que trabajamos tanto con el centro como con la periferia, así como con museos, centros de arte estatal, galerías, espacios independientes, plazas, cines al aire libre o ateliers de artistas. De esta manera dialogamos con el barrio y permitimos que los ciudadanos anónimos puedan disfrutar de piezas normalmente destinadas a espacios artísticos privados, casi celdas solo para privilegiados.
¿Qué valoración haces de la trayectoria del festival en su décimo aniversario? ¿Cuáles han sido los mayores retos? ¿Y las mayores satisfacciones?
Diez años son muchos si tenemos en cuenta que llevamos sólo dos con apoyos reales a los artistas y coordinadores; son muchos si pensamos que, para mantener nuestra independencia, poníamos nuestro dinero para que algo así pasase. Nuestros retos eran y son enorgullecernos de los artistas que mostramos, de los espacios con los que trabajamos, de los profesores y ponentes que traemos y de las relaciones que siempre se suceden con los espectadores que poco a poco se convierten en familia. Desde hace dos años dimos un salto, todavía no sabemos hacia dónde, pero saltamos alto y estamos en un momento donde por primera vez podemos pagar a los profesionales y queremos mantener y mejorar estas condiciones.
¿Cómo es PROYECTOR 2017?
Un festival lleno de energía, lleno de creaciones, 65 piezas seleccionadas de años anteriores que han pasado por el festival, o de artistas que pasaron por él y han creado una pieza nueva para esta nueva edición.
Además, tenemos muchos invitados de primera línea que mediante talleres, ponencias y presentaciones mostrarán su forma de ver la vida. Volvemos al formato de dos semanas, así como al de multisede, serán 10 espacios de Madrid, amén de las colaboraciones internacionales que hacen que PROYECTOR esté presente en casi una decena de ciudades.
Una vez que finalice el festival, se lanzará PROYECTOR/ PLATAFORMA ONLINE y se harán muestras a lo largo del año en otras ciudades de España, Italia, Portugal, México, Francia, Colombia, Perú o Marruecos. ¿Cómo se va a articular esta plataforma?
La plataforma es una continuación del festival, es la manera que hemos previsto de dar visibilidad durante todo el año, y en cualquier localidad, a las piezas que forman parte de nuestra filosofía. Además, permite que el artista pueda mostrar gratuitamente, así como alquilar y vender, sus obras. Todo esto dentro de un marco profesional, creado en colaboración con técnicos de archivo, conservación, distribución y venta, donde coleccionistas como Alain Servais o conservadores como los del museo MOMA atestiguan la calidad de la misma.
¿Hacia dónde va el festival?
PROYECTOR sigue con el festival y en breve saldrá la nueva convocatoria para 2018, así como sus colaboraciones con otros países, comisariados para centros de arte...
A modo de vaticinio, ¿cómo será el videoarte dentro de diez años?
Diferente, como la sociedad que lo hace y lo ve. Rápido, con exceso de calidad técnica y quizás poco contenido. Como un buen anuncio, con muchas respuestas y pocas preguntas. O quizás no, quizás esté totalmente equivocado y sea lo mejor que nos haya pasado nunca.