Basurama y la reinvención de los desechos
El colectivo Basurama cumple quince años y lo celebra con una exposición en la galería Moisés Pérez de Albéniz, al mismo tiempo que sigue trabajando en proyectos nacionales e internacionales.
El núcleo de Basurama está compuesto por Mónica Gutiérrez Herrero, Rubén Lorenzo Montero, Alberto Nanclares da Veiga, Manuel Polanco Pérez-Llantada y Juan López-Aranguren Blázquez, con quien hablamos en su sede en La Elipa: una enorme nave mitad oficina, mitad estudio con obras producidas y materiales para reciclar en sus diferentes proyectos.
Los componentes de Basurama son en su mayoría arquitectos, como explica Juan: “Basurama nace hace quince años en la Escuela de Arquitectura, cuando nos dimos cuenta de que lo que sucedía en la Universidad no nos interesaba demasiado, así que empezamos a hacer cosas por nuestra cuenta. Una de las cosas que organizamos fue un festival de reutilización de objetos encontrados en la calle que luego transformamos en muebles; funcionó muy bien y, a partir de ahí, el proyecto fue creciendo hasta ahora que, inesperadamente, se ha convertido en nuestro trabajo".
Para este grupo de arquitectos, pasar de la arquitectura a utilizar la basura como material para investigaciones e intervenciones artísticas, responde a cuestiones personales: “Siempre hemos funcionado por los deseos de la gente del colectivo y nuestra práctica, que está relacionada con el concepto de basura y estudiar el modelo de consumo que lleva a esa producción masiva de residuos, responde mucho a deseos individuales. Pero si, por ejemplo, a algún miembro le interesan los cómics haremos actividades relacionadas con el dibujo que expresen estas inquietudes".
Basurama trabaja con basura, pero ¿qué entendemos por basura? Juan afirma: “Todo objeto, espacio o persona que deja de ser útil. En realidad, es un prejuicio que incorporamos a lo que nos rodea. Leí, hace tiempo en un blog, que la basura es el límite de nuestra imaginación; cuando ya no sabemos para qué sirve algo o alguien, consideramos que es basura”.
Y entonces ¿qué es la basura para alguien de Basurama? Juan continúa: “Tras entender este proceso de cómo el sistema produce basura está el paso siguiente, que es cambiar nuestra forma de mirar para descubrir la cantidad de propiedades que tienen los objetos, las personas y los espacios. Además, trabajar con materias primas de segunda mano te obliga a preguntarte cómo utilizarlas, y creo que preguntarse a uno mismo es la base para cambiar y crear algo distinto”. De hecho, la investigación es uno de los modelos de trabajo de Basurama: “Para el prototipado y la investigación trabajamos desde el material: resistencia, posibilidades plásticas, colores... En la parte de autoconstrucción y formación, trabajamos con los prototipos que ya hemos probado previamente”.
Aunque en palabras de Juan “Basurama es un colectivo de individuos”, hay una influencia común a todos los integrantes: “De una manera general, nuestras abuelas, como ejemplo de reutilización, cuidado, desprejuicio, creatividad aplicada a lo doméstico... Puede tener que ver con la posguerra, con una época que ya pasó y que ahora ya está devorada por el consumo, pero ellas siguen pensando en lo que les rodea desde un cariño profundo y desde una cultura del aprovechamiento lógica y natural”.
Actualmente, Basurama tiene cuatro sedes repartidas en Madrid, Bilbao, Coruña y Brasil, y proyectos en diversos lugares del planeta. Juan justifica de nuevo esta multiplicidad de localizaciones por las diferentes inquietudes dentro del grupo: “Queríamos viajar y buscamos proyectos para poder movernos. Lo que nos permite viajar de una manera tan salvaje por todo el mundo, siendo tan poquitos, son las redes de colaboración. Es maravilloso porque, por un lado, aprendes constantemente y creces y, por otro lado, al trabajar con lo local y lo existente, muchas veces sólo necesitamos que haya un nexo entre nosotros y el lugar al que vamos: una o varias personas que nos permitan traducir el lugar hacia nosotros y al revés”. Basurama es y existe, en gran medida, gracias a sus colaboradores nacionales e internacionales, desde estudiantes en prácticas, voluntarios que responden a convocatorias o socios para proyectos.
Quince años de trayectoria han proporcionado a Basurama experiencias de todo tipo, pero sobre todo significan un crecimiento del colectivo: “Creo que estamos en un punto de madurez muy potente. Lo hemos pasado mal con la crisis también y ha habido situaciones que nos han afectado de una forma muy emocional, pero sí que hemos notado que, después de quince años en esto, hemos encontrado un momento de disfrute a nivel profesional y personal”.
Como nuevo reto en la trayectoria de Basurama, exponen por primera vez en una galería de arte: “En nuestro proceso de trabajo siempre hemos tenido claro que si un espacio nos daba la posibilidad de contar un proyecto de la manera en que queríamos, lo íbamos a aprovechar. Trabajar con la galería ha sido sorprendentemente fácil y ha supuesto involucrarnos en un apasionante mundo desconocido para nosotros y entenderlo”.
En Abundancia el público encuentra una serie de reflexiones sobre los modelos de producción representados por las cajas de cartón, presentes a lo largo de todo el montaje: “El cartón es un ejemplo muy claro de la abundancia, de cómo el modelo de consumo nos ha llevado a esa abundancia y a producir constantemente residuos. El cartón nos interesaba mucho porque lo puedes encontrar en casi cualquier lado. Nos obsesiona lo expresivo que es una vez se ha utilizado y lo invisible que es: pasas por Preciados, Fuencarral o Montera y están llenas de cajas de cartón en las que nadie repara, igual que ocurre con las personas que trabajan con la basura, están invisibilizados”. En las salas de Moises Pérez de Albéniz encontramos imágenes de proyectos de Basurama realizados por todo el mundo, donde muestran a la gente que trabaja normalmente con desechos. Como una oda al cartón, se exhiben unas imágenes consistentes en los pequeños detalles que se forman sobre la superficie del cartón al ser usado.
Lejos de sentirse cansados tras todos estos años de actividad, Basurama prepara un proyecto en Taiwán, a donde viajarán en julio para comenzar a construirlo; a la vez están trabajando en unas intervenciones que tendrán lugar en diciembre en Madrid, Barcelona y Zaragoza, en colaboración con La Caixa; siguen con proyectos locales como Autocoles o Autobarrios; y no sólo eso, Juan nos adelanta que: “En septiembre inauguramos una instalación en Matadero, siguiendo esta incursión en el mundo del arte establecido con nuestras dudas ¡y nuestras expectativas!”.