La Eriza: papel, erizos y arte
Hace diez años arrancó La Eriza, un taller de encuadernación con identidad propia en el centro de Madrid que, además, también funciona como un agente cultural independiente.
La Eriza es un lugar con una impronta especial. En cuanto se abre la puerta de cristal y se accede a ese gran espacio amarillo y rosa, con vitrinas llenas de objetos curiosos, que recuerdan a los gabinetes de curiosidades del siglo XIX, y la figura del erizo de mar presente allá donde se mire, se es consciente de la magia del sitio.
Óscar Sánchez Lozano es el alma mater de este taller de encuadernación que acaba de cumplir diez años al pie del cañón. El primer contacto que Óscar tuvo con el mundo de la encuadernación fue al comenzar la universidad: “Para no perder el contacto con un amigo del colegio, buscamos una actividad para vernos entre semana y decidimos hacer encuadernación. Yo me enganché totalmente. Aprendí un poco en un centro cultural pero, sobre todo, fue de manera autodidacta: empecé a hacer mis propias cajas, encuadernar mis apuntes...”.
Óscar estudió Historia del Arte en Madrid y quiso continuar su formación cursando Bellas Artes en Londres. Para mantenerse económicamente allí, decidió buscar trabajo en un campo en el que ya tenía cierta experiencia y destreza: “Al final dejé la carrera y me dediqué a trabajar como encuadernador freelance”.
Y en Londres fue donde surgió la idea de abrir un taller de encuadernación en Madrid. La decoración del local se la encargó a Dean Claydon, un viejo amigo: “Dean me dijo que decoraría el taller con la condición de que estuviese presente una lámpara que yo había hecho con erizos y con una campana de cristal que él me había regalado. La lámpara se convirtió en el epicentro del local y de ahí surgió el logotipo de la tienda, sin saber todavía cómo se iba a llamar el taller”.
Finalmente, tras una lista con la palabra “erizo” en varios idiomas y jugar a cambiar el género de las palabras, surgió La Eriza: “Me pareció que había un bonito diálogo surrealista entre el erizo de mar, el erizo de tierra y la eriza. ¡A nadie le gustaba!”. Desde entonces, la pequeña colección de erizos de mar de Óscar comenzó a crecer y a expandirse por la tienda gracias, en buena parte, a regalos de clientes y artistas.
Por el espacio de La Eriza pasan todo tipo de encargos, desde personas que quieren restaurar un libro con valor sentimental, hasta estudiantes con trabajos o tesis, pasando por artistas, galeristas o personas que buscan un trato personalizado y un acabado de calidad. Óscar reconoce que su experiencia en el extranjero le ha servido para incorporar técnicas más novedosas al panorama actual, y puede que esa sea la clave de su existencia: “Los diez años de La Eriza constatan que estoy aportando algo al mundo de la encuadernación, que he creado mi identidad en este ámbito”.
Aunque el negocio de la encuadernación no es muy amplio, Óscar mantiene que es estable: “Mucha gente ve el negocio de la encuadernación en vías de extinción por ser pequeño, pero yo no lo veo así. Es como hacerse un traje a medida con un sastre, pudiendo comprártelo en una tienda donde los venden por tallas predeterminadas. Si no ves la diferencia y quieres ahorrarte algo de dinero, irás a la tienda. Sin embargo, existe el mercado de la sastrería a medida y existe el mercado de la encuadernación”.
Uno de los encargos más recientes, y de los que el encuadernador se siente más satisfecho, fue una pequeña caja de exhibición de valiosas piezas de cerámica japonesa que iban a viajar al país asiático en ese mismo contenedor: “La idea era que estuvieran sueltas en el estuche, así que creé un sistema en la tapa que mantenía todo en su sitio y al levantarla, no se veía. La caja tenía una identidad autónoma y casi escultórica”.
Por este tipo de soluciones técnicas y de diseño, a veces parece que el encuadernador da un paso más y se sitúa cercano al creador. Sobre esto, Sánchez reflexiona: “La línea entre arte y artesanía la encuentro cada vez más gris. No sé dónde empieza el arte y dónde termina la artesanía. Yo me considero artesano, porque trato con un cliente que me pide un resultado”.
Al llegar al local en el que hoy se encuentra el taller, Óscar sabía que no sería sólo un taller de encuadernación, sino que iba a desarrollar otro tipo de actividades. Además, observa ciertas similitudes entre el mundo del papel y el del arte: “Un libro podría ser lo que un marco a un lienzo; se trata de embellecer algo sin comértelo”.
Durante los diez años de La Eriza, se han realizado exposiciones de artistas que trabajan con el papel –para mantener la relación con la actividad principal del local–, y se han expuesto artistas y obras de todo calibre. Actualmente, se puede visitar la muestra “Papel, cola e hilo” en la que participan artistas como Eugenio Ampudia, Tamara Arroyo o Yuri Tuma. Normalmente, los creadores que exponen son invitados por La Eriza, pero ahora también se invita a comisarios. Dani Silvo de Atelier Solar ha sido el curator de esta exposición: “En este caso, la colaboración con Dani fue porque queríamos un comisario que nos trajera una corriente de artistas jóvenes de Madrid. Cuando nos propuso este proyecto, me pareció un hilo conductor magnífico”.
La siguiente exposición traerá como comisario a un coleccionista de ilustración emergente, lo cual encaja en la filosofía del programa expositivo del taller, que aúna artistas consolidados y emergentes, ya que pretende un acercamiento al arte que esté al alcance de cualquier persona que entre a la tienda: “La Eriza no es el cubo blanco de una galería. Es el salón de Óscar al que vienen artistas y exponen sus trabajos. El reto es la convivencia entre las obras y mis clientes, tiene que haber un equilibrio que agrade a todos”.
Para completar el papel de agente cultural de La Eriza, se lleva a cabo un programa de actividades, ajeno al mundo del encuadernado, llamado Paralelo 15. En él encontramos presentaciones, proyecciones o intervenciones efímeras, aunque este tipo de convocatorias son mucho más puntuales, ya que prefieren centrarse en las exposiciones bimensuales.
De la programación de Paralelo 15 y de la coordinación de las exposiciones se encarga Bernardo Sopelana, uno de los colaboradores principales de La Eriza. También existen otros colaboradores satélite “con su propia órbita” con los que el taller trabaja fundamentalmente en el área de encuadernado, dependiendo del tipo de encargo y la complejidad de las piezas, o su especialización.
La Eriza sigue reafirmándose como un potenciador de la actividad cultural de Madrid y para Óscar esto tiene una sencilla explicación: “El local propicia todo lo que ocurre en La Eriza”.