Fronteras y lenguajes
Consciente del momento dulce que está viviendo en el inestable mundo del arte, Guillermo Mora se define como un trabajador y huye de estereotipos bohemios mientras explora la doble cara de la pintura y sus fronteras.
"En la frontera se mezclan los lenguajes, se disipan las diferencias, se unen lo 'uno' y lo 'otro'. La frontera es un espacio que genera más preguntas que respuestas. Esa es la idea de pintura que persigo". Nacido en Alcalá de Henares en 1980, Guillermo Mora defiende una idea física de la pintura, que concibe como una práctica expandida relacionada con el espacio y la dimensión táctil de la obra. Situándose en una zona plástica híbrida en la que confluyen disciplinas como la escultura o la instalación -pero siempre reivindicando la primacía de lo pictórico como característica discriminante de su personal lenguaje creativo- el trabajo de Mora pretende vincular la pintura con la experiencia presente y directa (hic et nunc) del espectador, sin evocar mundos ideales o imaginarios.
A través de un proceso constante, largo, más de una década, el artista ha ido revisando conscientemente las reglas formales de la pintura, llegando a definir un estilo propio muy coherente, por el cual ha recibido y sigue recibiendo importantes reconocimientos. En su exposición individual Los fondos remontan, que se puede ver actualmente en la galería Moisés Pérez de Albéniz de Madrid, el artista cuestiona la idea tradicional de la pintura (una ventana bidimensional sobre otro mundo) y la "engañosa estructura metodológica de lo pictórico" (como él mismo la define).
En la entrevista que se puede leer a continuación hablamos con él de éstos y otros muchos temas, como la "doble cara del medio pictórico", la relación de su trabajo con el tiempo, el oficio de artista o la importancia de salir al exterior para crecer como artista y como persona.
En una entrevista anterior contaste que el que fue posiblemente el mayor punto de inflexión en tu carrera llegó casi por casualidad. A raíz de un incendio, que quemó por completo tu estudio y te hizo perder todo lo que habías creado durante la carrera de Bellas Artes, te encontraste de repente sin un lastre, con la necesidad de abrir un nuevo camino casi desde cero. Este suceso, además, coincidió con (o tal vez aceleró) tu decisión de salir al extranjero para desarrollar tu trabajo. ¿Cómo recuerdas hoy ese momento catártico, llamémoslo así, de tu trayectoria artística?
Han pasado casi 12 años de aquel suceso y recuerdo la imagen del estudio quemado como si hubiese sucedido ayer. Puedo describir todavía dónde y cómo estaban las cosas... Y recuerdo cómo días después las únicas palabras que rondaban mi cabeza eran “vete de España”. Unos meses antes de que esto sucediese ya tenía decidido solicitar una beca Erasmus para estudiar en alguna ciudad de Europa. Sin embargo, este suceso me hizo pensar que debía irme aún más lejos. Europa se me quedaba cercana, accesible, así que solicité una beca para estudiar en The School of the Art Institute of Chicago. Esa escuela definió todas mis líneas de trabajo con las que continuo trabajando a día de hoy.
¿Crees que es imprescindible salir del propio país para que uno pueda crecer como artista?
Creo que es imprescindible, pero no sólo para crecer como artista sino para crecer como persona. Irse al extranjero es reconocerte a ti mismo como ese “otro”. Debería ser una obligación para todos nosotros.
Recientemente recibiste en España dos importantes reconocimientos: el Premio de la Comunidad de Madrid/Estampa por tus obras Telón I y Telón II (que han entrado a formar parte de los fondos de la colección CA2M) y el premio La Palabra Pintada al mejor libro de artista, concedido por la Fundación Ankaria, por la obra “La Maison”. ¿Qué supone para ti recibir estos premios?
Me siento muy feliz en este buen momento profesional, pero también sé que esto es muy volátil. Hay que estar con los pies en la tierra porque trabajamos sobre terrenos muy inestables. Como curiosidad, y retomando el tema anterior en el que me preguntabas si es importante salir del país, decirte que las tres obras premiadas se fraguaron en el extranjero: el libro de artista surgió en 2015 cuando residía en el Colegio de España en París, y el origen de las piezas Telón I y Telón II viene de mi estancia en el ISCP de Nueva York en 2016. Tanto París como Nueva York supusieron un punto de inflexión en mi carrera y me abrieron nuevas vías en mi trabajo. Obtener ahora dos reconocimientos que vienen de aquellos momentos me hace sentir doblemente feliz.
Hasta el próximo 11 de noviembre se podrá ver, en la galería Moisés Pérez de Albéniz de Madrid, tu exposición personal “Los fondos remontan”. ¿Qué nos presentas en esta ocasión?
En este nuevo proyecto recupero varias de las problemáticas constantes en la historia de la pintura: la problemática del fondo, la noción de superficie, la profundidad y el espesor del cuadro. A través de conceptos como la superposición, la ocultación y la desaparición, presento una nueva serie de piezas que juegan con nuestra mirada y cuestionan la engañosa estructura metodológica de lo pictórico.
En el texto que acompaña esta exposición, Humberto Moro escribe: "En un momento en donde la producción y el contenido de las imágenes es cada vez más frenético y complejo, el proceso de desaceleración o suspensión de la imagen es un acto radicalizante que va en sentido contrario a las nociones de utilidad o productividad". ¿Podríamos afirmar, en este sentido, que en tus obras hay una especie de intención iconoclasta, como reacción al diluvio de imágenes (que en muchas ocasiones son mero ruido visual) típico de nuestra época actual?
Mi trabajo no es una lucha contra la representación, sino contra el tiempo de percepción y digestión de la imagen. Mi pintura es física, no imagen, y requiere otra percepción que no sólo radica en lo visible sino en lo simbólico, lo espacial, lo táctil.
Una vez afirmaste que te consideras un “trabajador” y que tu vida no tiene nada de bohemio. Es más -cito textualmente- "veo más bohemia la vida de los políticos que la mía". ¿Se puede vivir del oficio de artista hoy en España?
Sí, soy un simple trabajador. Lo afirmé en su momento y mantendré siempre esa idea. Nos han asignado una idea de vida bohemia que viene del siglo XIX y con la que no me identifico en absoluto. Los tiempos han cambiado, las mentalidades han cambiado. Nosotros -los artistas- también.
Hoy puedo decir que vivo de ello, pero nadie me asegura que esto pueda suceder mañana, en un futuro. Este oficio es muy inestable, con grandes altibajos emocionales y económicos. Es muy difícil afirmar que se puede vivir únicamente del oficio de artista, y más en nuestro país.
Hablando del oficio de artista, tú siempre has declarado que tu labor artística es una labor estrictamente pictórica. Tu animada defensa de la pintura me recuerda a la de otro extraordinario pintor “polimatérico”, el italiano Alberto Burri. Durante su vida Burri siempre rechazó la definición de “artista”, que para él tenía una connotación peyorativa que él relacionaba con el mundo del espectáculo. Al igual que tú, reivindicaba la especificidad del oficio de pintor, si bien, revisitando sus mecánicas y sus recursos. Como decía antes, tú te consideras pintor, aunque a veces tu trabajo tiende a relacionarse con la escultura, la instalación o la arquitectura. Personalmente, coincido contigo y creo que una de las claves discriminantes, que más vinculan tu trabajo a la pintura, es el uso consciente y esmerado que haces del color, el proceso y el soporte; tu constante investigación sobre ellos. ¿Podrías hablarme un poco más de tu manera de concebir la pintura?
Comprendo la pintura no como un objeto que se lee únicamente desde la superficie sino desde dentro hacia afuera. Me seduce la doble cara del medio pictórico. Toda la historia de la pintura ha generado dobles lecturas, engaños al ojo, ocultaciones. En la pintura no todo es ver.
Por otro lado, me gusta posicionar la pintura en la frontera con otras disciplinas. En la frontera se mezclan los lenguajes, se disipan las diferencias, se unen lo “uno” y lo “otro”. La frontera es un espacio que genera más preguntas que respuestas. Esa es la idea de pintura que persigo.
Otra relación que veo con la obra de Burri es la manera de abordar la materia y la forma. Tanto en las obras de Burri como en las tuyas asistimos a una metamorfosis lenta y gradual de la materia, que, antes de cristalizarse definitivamente en una pieza artística, parece casi haber vivido, pulsado y resistido a la plasmación. ¿Me podrías hablar de tu relación con la materia y la forma y de cómo se desarrolla tu proceso creativo?
Desarrollo procesos en los que intervienen enormemente el tiempo (la espera) y el cambio. Nosotros cambiamos constantemente, tanto en nuestra manera de pensar como físicamente. La pintura muta también. Muchas de mis piezas están dentro de ese sistema de transformación, mostrando su estado más físico, corpóreo. Son un tiempo detenido de un proceso.
¿Cuáles han sido en el pasado y cuáles son actualmente tus referencias artísticas más importantes (en la pintura y no sólo)?
Desde hace tiempo tengo la costumbre de mirar cada mañana la obra de un artista distinto. Hoy por ejemplo ha sido Alex Da Corte (Candem, EEUU, 1980). Ayer fue Nina Canell (Växjö, Suecia, 1979), y así multiplica por semanas, meses, años. Esta práctica es como si eligiera diariamente un compañero de clase para observar lo que hace, comprender sus procesos y aprender de él.
Distinguir algunos creadores sería excluir a tantos otros, y no es justo. Todos ellos van formando en mi cabeza un imaginario de referencias constantes. Me enseñan algo día a día, sin pensar en pasado o en presente, sin pensar quienes son más relevantes que otros.
¿En qué estás trabajando actualmente? ¿Puedes adelantarnos algo?
Actualmente estoy realizando un proyecto para el II Premio Cervezas Alhambra de Arte Emergente. Mi pieza, junto a la de los otros cuatro finalistas, se podrá ver en ARCO 2018. También empiezo a preparar un proyecto expositivo con la Galería Casa Triangulo de Sao Paulo.