Variaciones de lo cotidiano
La artista mexicana afincada en Madrid, Hisae Ikenaga, presenta en la galería Max Estrella su última serie, "Sutil olvido", inspirada en el diseño de principios del siglo XX pero con unos toques de ironía y humor, que dan como resultado unas piezas tan reconocibles como imposibles.
"Sutil olvido" es el título de la exposición individual que la artista de origen mexicano Hisae Ikenaga (Ciudad de México, 1977) presenta, hasta el 2 de diciembre, en la galería Max Estrella de Madrid. La muestra está compuesta por obras pertenecientes a la serie homónima, que Ikenaga ha realizado a lo largo de los dos últimos años con el apoyo de la Pollock-Krasner Foundation. Instituida en 1985, como legado de la artista estadounidense Lee Krasner (viuda del pintor Jackson Pollock), la fundación ofrece becas a artistas internacionales de reconocido valor.
La idea de crear esta serie surgió de la observación de los muebles tubulares del siglo XX (como la conocida silla Wassily, diseñada entre 1925 y 1926 por el arquitecto húngaro Marcel Breuer) y de un atento estudio de sus características y métodos de producción. Como es típico del trabajo de Ikenaga, "Sutil olvido" nos propone una visión diferente de la realidad, a través de la ironía de muebles absurdos y perfectamente inútiles. Un elemento constante de su obra, de hecho, es la intención de sorprender al espectador mediante la ambigüedad, el surrealismo, la paradoja, el camuflaje, el equívoco, el error e incluso la burla, contradiciendo de manera plausible los principios de funcionalidad y utilidad de situaciones y objetos de uso cotidiano.
En la entrevista que presentamos a continuación, hablamos con Hisae de cómo nació esta serie y de cómo surgió la idea de incluir en las obras que la conforman los “hallazgos” que confunden, a la vez que divierten, al espectador. También hablamos de muchas otras cosas, como la incoherencia y la contradicción de la sociedad actual, el museo IKEA, el modelado en 3D o la intención de la artista de montar un taller de cerámica.
Hace unos años, afirmaste en una entrevista: “Me gusta la idea de los hallazgos arqueológicos. Se abre la tierra y el objeto encontrado te habla de lo que fue una cultura, y eso me parece fascinante. Siempre pienso que, si alguien en algún momento del futuro se encontrara con mis piezas, me gustaría confundirlo”. ¿Cuán importantes son la ironía y lo absurdo en tu concepción del arte?
Creo que en mi día a día me doy cuenta de que abunda la incoherencia y la contradicción en muchos de los ámbitos de la vida, en este sistema capitalista en el que vivimos. Es muy común que nos intenten engañar, desde los políticos, los medios de comunicación, las empresas con sus anuncios… suelo hablar de ello en la obra (centrándome en los objetos y la forma en la que se producen) y lo hago evidente por medio de la ironía.
En "Sutil olvido", tu actual exposición individual en la galería Max Estrella de Madrid, presentas una serie de obras inspiradas en los muebles tubulares que fueron inventados en los años veinte y tuvieron una gran difusión en las décadas de los sesenta y setenta. ¿Cómo surgió la idea de esta serie y cómo se desarrolló el proyecto?
Compré una silla Wassily (no original) en el Rastro y la puse en el salón de casa. Al observarla bien durante mis ratos de ocio, comencé a preguntarme sobre la manera en la que estaba hecha y me recordó a muchos de los muebles tubulares que he visto desde mi niñez en México, que solían ser más prácticos y menos bonitos que los que descubrí de los años 20. Lo que me llevó a buscar una fábrica que encontré en Guadalajara (España) en la que amablemente me recibieron y me contaron como producían el mobiliario. Quise mezclar ese interés innovador de principios de siglo XX con lo que se popularizó a finales del mismo siglo, cosas muy distintas en términos de diseño.
Los objetos que se encuentran escondidos en las obras de "Sutil olvido" parecen restos casuales de algo que ha ocurrido antes de nuestro encuentro con las obras; como si alguien los hubiese dejado allí sin querer (por ejemplo, durante el montaje de la exposición). Objetos como una camiseta, un bastón o unas llaves, entre otros, se podría interpretar como una manera de incluir la dimensión del tiempo en las obras mismas. O tal vez como una provocación, con un punto surrealista o dadaísta, que pretende desmitificar el aura de la obra de arte. ¿Cómo has planteado realmente la presencia de estos objetos “olvidados” en la serie?
Me interesaba añadir una acción, sí, un tiempo, distinto al de rodear la obra, el hecho de dejar algo que al parecer sólo permanecerá un momento. Quería añadir una de las partes de la obra de una manera muy distinta y que fuera muy evidente. También me interesaba que las partes de la obra tuvieran distintos orígenes. La parte tubular viene de la fábrica de sillas, las formas pertenecen a diseños de esa fábrica, trozos encontrados, pero manipulados con ciertas formas ergonómicas que respetan la escala humana. Los tableros son los materiales más brutos, por así decirlo, que son cortados y adaptados a los tubos, para hacer referencia al mueble, pero inútil y finalmente vienen esos olvidos que son objetos cotidianos y comprados justamente para colocarlos. Les dan un toque de cotidianeidad, en concreto son objetos que se usan en un montaje o que pertenecen al ámbito doméstico y como bien dices, para quitar un poco de seriedad al objeto artístico.
Aquí también aparece la idea del hallazgo arqueológico, que mencionábamos al principio. ¿No crees?
La idea del hallazgo, viene más bien en cuanto a pensar que si otros seres en el futuro encuentran obras, en las que se mezclan o transforman objetos cotidianos, se podrán tener interpretaciones muy distintas y, sobre todo, que les darán una utilidad que no tienen.
La recontextualización de situaciones y objetos de uso cotidiano, a través de la acción, el ready made, el assamblage, el reciclaje o la deconstrucción-reconstrucción de muebles, es otro elemento característico de tu obra. ¿Cuáles son tus referencias creativas más destacadas en este sentido?
Hay muchos artistas que usan los objetos y los manipulan o usan materiales cotidianos para sus obras. Pensando rápidamente en obra que he visto en los últimos años, me gusta por ejemplo Thea Djordjadze, Haris Epaminonda, Katinka Bock, Isa Genzken, Valerie Krause… Entre muchos.
Plantear usos otros y “disfuncionales” de los objetos implica proponer al espectador una visión diferente de la realidad; una visión que es, en definitiva, una invitación a no aceptar las convenciones preestablecidas, los lugares comunes, el conformismo. En una serie anterior, llamada "A distancia", por ejemplo, creaste esculturas a partir de una combinación inédita y “subversiva” de las piezas de conocidos muebles componibles de bajo coste producidos industrialmente. Dichas esculturas iban acompañadas de un manual de instrucciones para su realización. En este caso, lo que proponías era casi una sátira hacia el exceso de estandarización de la vida en la sociedad low cost de nuestra época. ¿Hay en tu obra un trasfondo crítico y de alguna manera reivindicativo?
Doy una opción, una variante, algo que se sale del camino, algo que se hace de una manera distinta, que en principio se vería como un error, pero que si nos detenemos un momento a pensarlo, es una nueva posibilidad.
Y retomando la serie de la que hablas, me han invitado del museo IKEA a presentar una de esas obras en una exposición en la que se muestran diseños y obra que alteran objetos del gigante sueco. Es curioso que la crítica al estándar de IKEA se convierta al final en objeto de exposición en su museo… esperemos que sea un planteamiento que proponga esa variante.
A propósito de "Sutil olvido", Elena Vozmediano escribe que tu método creativo alcanza “una especie de exactitud que nos hace sentir que es precisamente así y no de ninguna otra manera como las piezas y los objetos debían unirse para transmutarse en arte”. ¿Tiene tu método de trabajo algo de científico para conseguir esa exactitud de la que habla Vozmediano y que también podríamos definir como la “perfección inútil” de la obra de arte?
Suelo darle muchas vueltas a las piezas y he visto muchas opciones para hacerlas. El método o técnica nueva que he puesto en práctica es el modelado en 3D. He aprendido a hacerlo y la herramienta te permite tener resultados muy reales que hacen que puedas tener un boceto muy concreto y a la vez cambiarlo y ver muchas posibilidades rápidamente. Eso se ve reflejado y da una sensación de frialdad.
Tu lenguaje creativo no se expresa sólo a través de la escultura, sino también mediante otras técnicas, como el dibujo, la fotografía, el vídeo o la instalación. ¿Hay algunas de ellas a las que das preferencia o con las que te sientes más cómoda?
Sí, lo tridimensional, sin duda, es con lo que me siento más cómoda, pero también me interesa abordar problemas de lo tridimensional u objetual en otras disciplinas.
¿En qué momento crees que se encuentra actualmente tu trayectoria artística?
Siempre tengo la sensación de empezar de nuevo, pero es verdad que, con los años, he ido adquiriendo experiencia para hacer las cosas de una manera más práctica y con más seguridad. Hay veces que encuentro información de exposiciones anteriores y me doy cuenta de que hay bastante trabajo detrás, pero intento hacer proyectos que me motiven para proponerme nuevos retos y maneras distintas de trabajar.
Tengo la sensación de que quiero recorrer un camino largo, trabajando a un ritmo que me permita reflexionar.
¿En qué estás trabajando ahora y cuáles son tus próximos proyectos?
Estoy montando un taller de cerámica con otros artistas, porque quiero añadir partes de cerámica en mis piezas. También tengo un par de proyectos de vídeo entre manos, uno tiene que ver con un deporte y el otro es sobre un instrumento musical, dos actividades que estoy practicando, aprendiendo desde cero, para aproximarme a los temas de una manera que no había hecho antes.