Adiós al canon
La artista Yolanda Domínguez es hoy en día una referencia para el arte de acción y la lucha por la igualdad de género. Acaba de inaugurar "Little Black Dress" en el Museo del Traje. Hablamos con ella sobre esta expo, su visión del arte, moda sostenible, feminismo y mucho más.
El trabajo creativo de Yolanda Domínguez (Madrid, 1977) se alimenta de un fuerte compromiso ético con la realidad. A partir de este compromiso, la artista denuncia, con ironía y sutileza, la ideología ocultada detrás de los códigos y los modelos dominantes en la comunicación social. Sus acciones callejeras, vídeos o fotografías proponen a la visión pública su interpretación libre – alternativa - de los mensajes estereotipados que circulan en los discursos visuales hegemónicos, con el fin de provocar una reacción emotiva y racional del espectador que pueda generar un cambio del status quo.
Un ámbito comunicativo con el cual Domínguez siempre ha sido especialmente crítica, desde los inicios de su trayectoria, es el de la publicidad de moda, por su manera de representar a la figura femenina. Una figura casi siempre en posición de debilidad, sumisión o incluso cosificación.
Recientemente se ha inaugurado, en Madrid, Little Black Dress, su última exposición fotográfica, que se podrá ver, hasta el próximo 17 de septiembre, en el Museo del Traje. La muestra forma parte del programa de la Sección Oficial de PHotoEspaña 2017 y se presenta por primera vez en nuestro país. Como nos cuenta la misma artista, en la entrevista que presentamos a continuación, la intención fundamental de la exposición es "representar la diversidad del cuerpo femenino en contraposición al modelo único de mujer que visibilizan los medios: joven, blanca y delgada".
Siempre fiel a su propia autonomía de pensamiento y a una visión del arte de tipo colectivo -en la que "se desdibuja la autoría", dejando prevalecer la dimensión participativa de la creación- Yolanda Domínguez es hoy en día una referencia para el arte de acción y la lucha por la igualdad de género, tanto en España como en el extranjero, donde trabaja a menudo y donde ha recibido importantes reconocimientos. En la entrevista hablamos de su visión del arte, del enorme poder que implica crear imágenes en la actualidad, de "moda sostenible", feminismo y mucho más…
Me gustaría empezar hablando de uno de tus últimos proyectos, la exposición Little Black Dress. ¿Qué presentas en esta muestra?
Es un proyecto fotográfico que llevo realizando desde hace un año y medio. En él intento representar la diversidad del cuerpo femenino en contraposición al modelo único de mujer que visibilizan los medios: joven, blanca y delgada. Para ello he escogido un “Little Black Dress” de la talla S de una conocida marca de moda y con ese mismo vestido estoy retratando a mujeres de diversas tallas, edades y colores de piel. El resultado es impactante ya que hay muchos cuerpos de mujeres que no estamos acostumbrados a ver porque son eliminados de nuestro imaginario. También están los detalles naturales del cuerpo como los pelos, las arrugas, los lunares… que normalmente se borran y ocultan con los programas de retoque. Representarlos y verlos es recordar quiénes somos. En la exposición hay una selección de estos retratos presentados en un formato comercial impresos en soportes de publicidad. Esto hace referencia al mundo de la moda y del consumo, que es una de las plataformas con mayor influencia en la construcción del estereotipo femenino.
¿Cuál es, en tu opinión, la función de las imágenes en la sociedad actual?
Hoy la imagen es la base de nuestra comunicación. En las redes ya casi no nos comunicamos con palabras sino por medio de imágenes. Las usamos porque son rápidas y sirven para sintetizar la información, pero también tienen sus peligros. Visibilizan pero también ocultan: lo que está representado existe y es aceptado, lo que no está representado se considera una anomalía. Creo que quienes generan imágenes, además de tener un gran poder tienen una gran responsabilidad. Sobre todo los medios de comunicación, la publicidad y la moda, que por su gran foco de atención deberían pararse a pensar: ¿qué imágenes existían antes de la mía y qué va a aportar esta nueva imagen? ¿Reforzará el modelo limitante o ampliará la libertad del espectador?
En 2016 el Design Museum de Londres te otorgó el Premio Baezly Designs of the Year, por el vídeo “Niños vs. Moda” (2015). En esta obra abordas el tema de la publicidad de moda a través de la mirada de unos niños de ocho años. ¿Qué destacarías de esa pieza y qué supuso para ti recibir ese reconocimiento?
Fue una gran alegría y sorpresa que un trabajo crítico con el sector de la moda fuese premiado justamente en esa categoría. En ese proyecto, un grupo de niños y niñas que no están acostumbradas a ver imágenes donde se normaliza la violencia hacia las mujeres, la detectan inmediatamente y nos dan una lección. Cuando me comunicaron que estaba nominada ni siquiera se me pasó por la cabeza la posibilidad de ser ganadora. Lo recibí con mucha ilusión y lo primero que hice fue preguntar a los miembros del jurado por qué lo habían elegido. Me dijeron que los proyectos valiosos “son aquellos que reconfiguran los límites del campo al que pertenecen”. El hecho de que haya un lugar para la crítica es señal de que se puede cambiar y evolucionar.
¿Es posible otra forma de concebir y comunicar la moda?
¡Por supuesto que sí! Ya existen muchas plataformas y empresas que trabajan por una moda sostenible y los consumidores reclamamos cada vez más una publicidad comprometida con la realidad. La moda es un sector maravilloso que podría ofrecer muchísimas posibilidades de expresión y de identidad a las personas y sin embargo se comunica siempre en los mismos códigos: debilidad para las mujeres, poder para los hombres. Yo creo que hacen falta nuevos roles que vayan de la mano de los cambios sociales. No puedo entender que con la inmensa creatividad que tienen los diseñadores, la fotografía de moda sea tan restrictiva.
Actualmente hay marcas comerciales que, en sus anuncios, parecen preocuparse por el feminismo. ¿Estamos asistiendo a un cambio cultural auténtico, o simplemente se está cabalgando otro trend publicitario más? Dicho de otra forma: ¿el feminismo se ha puesto de moda?
Efectivamente, se trata sólo de una estrategia de marketing y no de un cambio real. Cuando una marca tiene una intención de aportar algo hacia la igualdad no imprime una frase sobre una camiseta que luce la misma modelo joven, delgada, blanca y con la actitud sumisa de siempre. Ofrece diversidad de cuerpos y de actitudes en sus editoriales. No utiliza trabajo esclavo en sus fábricas. Cuenta con políticas de conciliación familiar y las mujeres ocupan cargos directivos en su empresa. Eso es feminismo… lo del eslogan en la camiseta es otra cosa.
Otro ámbito en el que tradicionalmente se ha representado a la mujer de manera estereotipada es la historia del arte, una historia llena de hombres retratando a mujeres desnudas y recostadas. ¿Cuán es complicado hoy en día reescribir la historia del arte desde una perspectiva de género?
Reescribirla cuesta, pero ya existen muchas iniciativas para rescatar y visibilizar el trabajo realizado por las mujeres en la historia del arte. Es muy necesario hacerlo y se debería apoyar económicamente a estas artistas, comisarias, escritoras y gestoras que están dedicando su tiempo y su trabajo a dar el lugar que se merecen a las grandes figuras femeninas del arte. También es necesario que los libros de historia que se estudian en el colegio se reescriban e incluyan todos estos nombres. Esto también sirve para que haya un cambio en el arte actual y se ponga en valor el trabajo de las mujeres artistas. Todos los años asistimos con estupor a la escasa representación de artistas femeninas en ferias como ARCO o en jurados y comités de premios, becas y conferencias. Hasta que no haya una representación más justa y las mujeres no seamos visibles en los ámbitos laborales, las nuevas generaciones no tendrán referentes y la situación no cambiará.
¿Crees que, en general, está aumentando el nivel de conciencia de los hombres sobre el tema de la igualdad de género?
Sí, cada vez más hombres son sensibles a la desigualdad, la detectan y la denuncian. Yo recibo muchos mensajes de hombres que me envían imágenes o noticias que consideran vejatorias hacia las mujeres. Pero también están los que no entienden de qué nos quejamos porque ya “hemos conseguido mucho”. Sobre todo en las generaciones más jóvenes no hay consciencia de que exista desigualdad entre hombres y mujeres. Hay un machismo asumido como “normal” y ese es más difícil de erradicar. Por otro lado está la connotación negativa que a veces le dan la palabra “feminista”, que se debe más a un desconocimiento del término que a estar en contra de lo que significa.
¿Podrías mencionarnos alguna mujer (artista o no artista) que consideras una referencia imprescindible para ti?
Uno de mis referentes femeninos siempre ha sido Carmen Alborch, a quien he tenido el enorme placer de conocer y os aseguro que es incluso más increíble en persona. Por supuesto a todas las teóricas feministas a quienes leo, sigo y admiro: Celia Amorós, Ana de Miguel, Amelia Valcárcel, Nuria Varela, Trinidad Núñez, Pilar Aguilar, Laura Freixas… he aprendido y sigo aprendiendo cada día con ellas. Como artista siempre he sido muy fan de Alicia Framis, me encanta ella, sus trabajos y sus ideas.
¿Cómo definirías tu trabajo creativo?
Cada vez más surge y se nutre de las personas que me rodean o con las que tengo contacto por redes sociales. Normalmente trato temas de actualidad como excusa para hablar de temas universales. A veces son las personas las que me envían material para trabajar, y casi siempre cuento con ellas para el desarrollo de los trabajos, bien sean acciones, vídeos o series fotográficas. Me gusta mucho esa dimensión colectiva del arte. Cuando estamos en grupo somos capaces de muchas más cosas que a nivel individual, nos multiplicamos. También ocurre que cuando compartes y sueltas se desdibuja la autoría. Es muy bonito ver cómo algo que tú has iniciado muta y se transforma con las interpretaciones de otras personas. Deja de ser tuyo y pasa a ser de otros y de otras. Entonces te conviertes en espectadora de tu propia obra.
Terminemos con una pregunta que he hecho también a otros artistas: ¿el arte puede (o debe) cambiar el mundo?
Yo creo que el arte es una forma de comunicación y ya sólo por eso tiene un poder muy importante. No creo que el arte “deba” hacer nada porque sin pretenderlo ya lo hace: conectar a las personas. Lo más importante de todo son las relaciones. Cuando dos células se comunican suceden cosas. Cuando dos o más personas lo hacen… el mundo se transforma.