Una librería con personaje
Atticus Finch se ha convertido en un punto de encuentro en Malasaña para los amantes de la literatura. Al frente de esta librería, cuyo nombre rinde homenaje al personaje de "Matar a un ruiseñor", está Eva Boj que nos cuenta su trayectoria en el mundo editorial y nos recomienda dos títulos.
Eva Boj está sentada en un sofá bajo con un tapizado de plantas en un rincón de Atticus Finch. Bebe té, “el quinto del día”, pero no toca el muro de apetitosas rosquillas que nos separa. Se entrega con generosidad a las preguntas y, por eso, a veces duda. Como cuando le pregunto por qué decidió montar una librería. No sabe si lo que va a decir puede ser perjudicial para ella pero, aún así, lo dice.
Profesionalmente, no sirvo para otra cosa.
¿Y por qué no es bueno decirlo?
Porque me estoy cerrando puertas. Tú imáginate si...
Eva estalla en una carcajada y deja en el aire la posibilidad de que en algún momento las cosas se tuerzan. No llega a decirlo. Curtida en librerías pequeñas y grandes superficies, Eva ya ha vivido un cierre, el de Rumor, donde trabajó durante muchos años. Cuando se vio en la calle lo tuvo claro. "Yo sabía que me tenía que autoemplear porque, no es por nada, pero los estudios en Letras y Humanidades... Y mujer. Y mayor de 40 años… Era complicado encontrar trabajo."
El fruto de la decisión de montar un negocio es Atticus Finch, una librería situada desde 2013 en el extremo de la calle de La Palma que roza con Amaniel. Hay un desorden acogedor porque es el desorden de los sitios que se viven.
Pero también es complicado emprender...
Es muy complicado, efectivamente, y me llevé el gran batacazo. (Vuelve a reír con fuerza. La risa de Eva intenta conjurar el desastre. Luego sigue.) Hombre, siempre sabes que va a ser duro pero la verdad es que… También soy consciente de que abrí en el momento más duro de la crisis, cuando todo el mundo estaba cerrando. Creo que todas las librerías pequeñitas que hemos nacido en los últimos años son de gente que viene de otras librerías y pensaron lo mismo que yo, y parece que es un boom de las librerías cuando, en realidad, somos los mismos que nos estamos reciclando constantemente.
Atticus Finch es el nombre de la librería pero también es una declaración de intenciones. La gente le decía: “No van a saber pronunciar el nombre”. Y también: “No es muy comercial”. Pero Eva tenía buenas razones para darle ese nombre a la librería.
Era el personaje favorito de mi madre. En casa teníamos todas las ediciones que había de Matar a un ruiseñor. Mi madre era una gran lectora y ella fue la que me inculcó toda la afición a la lectura y como era su personaje favorito… Yo tenía ahí esa espinita clavada, es un nombre que me gustaba mucho. La gente que no lo conoce... pues les invito a que lo descubran”. Junté un Pulitzer con un Oscar. Y entonces me dije: Bueno, es el personaje favorito de mi madre y encima tengo a Gregory Peck por todos los sitios, pues nada, pues Atticus Finch”. Al final, lejos de ser un estorbo, el nombre ha servido para que mucha gente acuda a la librería precisamente por llamarse Atticus Finch. Si lo hago aposta, no me sale. No me sale.
Antes me contabas que emprender había sido un batacazo, que ha sido duro... Pero estás aquí.
Sí. Sí, estoy aquí… A ver. Estoy aquí… por el empeño… Bueno, por mi empeño pero por el empeño de muchas otras personas, porque me están ayudando muchísimo, muchísimo. Desde mi familia de sangre hasta mi familia de vida. Muchísimo. El dinero que tenía lo tengo todo invertido. No tengo nada más. No me queda otra. Esto tiene que tirar porque tiene tirar, no me queda otra. Tengo muchísima gente a mi alrededor que, además, creen en ello, yo no sé por qué… Mogollón de amigos, mi familia… Pero no porque dé dinero, porque no da dinero.
¿Se puede vivir de esto?
Yo no lo hago.
Entre esas personas muy cercanas a la librería está, por ejemplo, la ilustradora Sara Morante, que ha hecho el logo y la identidad corporativa. “Es que es mi amiga”, susurra, y estalla otra carcajada.
Me da la sensación de que alrededor de Atticus Finch hay muchas mujeres.
Pues da la casualidad...
¿Es algo buscado?
No, no es algo buscado, porque además a mí el tema de género me horroriza, tanto como por un lado como por el otro. Me declaro absolutamente feminista pero no hembrista y, por supuesto, no machista, lo odio a muerte. Es una cosa que me encantaría, pero no se ha dado socialmente, que estuviésemos tan a la par que no hubiese que tomar partido. Pero ya te digo, es una cosa que surge así. Y estoy rodeada de mucha mujer muy potente.
Atticus Finch tiene un lema: Más que libros. Y ese lema se traduce en un club de calceta, por ejemplo. O en montar un menú especial en un restaurante del barrio para presentar lo nuevo de Harry Potter. O en un acuerdo con una bodega para hacer un maridaje especial de vino y libro. O el sorteo de una cesta de libros solidaria en favor de una fundación que trabaja en Colombia. Sinergias, a Eva le gustan las sinergias porque además cree que “es el momento. Nos estamos dando cuenta todos de que no puede estar todo tan encasillado y cada uno en su celda, nos tenemos que ayudar unos a otros. Eso lo supe desde el primer día. Es lo único que quería cambiar de la anterior librería, que era un sitio muy silencioso, muy recogidito, pero no va con mi carácter ni con mi forma de ser. Yo quería que no tuviera el halo de biblioteca, sino que fuera algo mucho más dinámico. Tenía claro que quería hacer mogollón de actividades, de presentaciones, que hubiese música en vivo".
Cualquier excusa es buena. Por ejemplo, el centenario del nacimiento de Roald Dahl.
En diciembre vamos a hacer varios talleres. Uno es infantil, en el que vamos a hacer las tabletas de chocolate, va a haber billetes dorados, los críos van a dibujar su propio envoltorio, y luego merendaremos, haremos chocolatada. Un cuentacuentos, también, especial Roald Dahl. Un club de lectura, un binomio entre lectura y su influencia en el mundo del cine. Hitchcock, Almodóvar…, que han bebido de Roald Dahl.
En las estanterías de Atticus Finch hay novedades, pero no tienen el protagonismo que tendrían en esos sitios donde los últimos libros publicados van entrando y saliendo de las mesas, con velocidad inmisericorde. Aquí casi todo es narrativa imprescindible de los dos últimos doscientos años, que es donde Eva hizo el corte. Intenta, eso sí, leer todo lo que vende.
Se supone que Atticus Finch es una librería de recomendación. Casi exclusivamente de recomendación. Pero eso tampoco puede ser real, hay que ceñirse un poco al momento actual, lo que se lleva, las tendencias. No deja de ser un negocio. Pero la verdad es que el noventa y cinco por ciento son libros que me gustan o considero imprescindibles. Desde Dickens para acá. Así que lo intento. Pero, sinceramente, estoy viviendo un poco de las rentas. Como estoy sola en la librería, ya no leo tanto como antes. Antes leía tres o cuatro horas al día en horario de trabajo, exclusivamente, pero ahora leo una hora y media al día, solo. Y lo hago cuando como. Me he puesto un horario porque antes ni cerraba ni nada. Ahora cierro, me pongo a comer y leo.
Antes de empezar la entrevista, para que tenga tiempo de pensarlo, le pido una recomendación: un libro que tenga que ver con Madrid. Enseguida se le ocurren dos títulos. El primero, "La forja de un rebelde", de Arturo Barea: “súper imprescindible”. Y también Tea rooms, de la escritora de la generación del 27, Luisa Carnés. Acaba de ser recuperada y publicada por Hoja de Lata así que la tiene todavía a medias. “Es una historia de mujeres obreras, una novela muy social, de los años treinta, de la preguerra en Madrid, y está muy bien”.
Sobre el momento editorial actual en España, piensas que para el lector es muy bueno..
Y lo gozo muchísimo, como librera. La calidad es suprema, la edición se hace de una forma maravillosa. Se cuidan muchísimo las traducciones, casi todas son directas, cosa que antes no. El ruso venía del francés, el chino del inglés... Y luego que las editoriales pequeñitas no se pueden arriesgar a publicar cualquier cosa, porque cada libro tiene que salir. Todo está muy pensado, muy buscado, muy bien hecho. Son como arqueólogos, buscando piezas únicas. Es maravilloso. Y eso ha ayudado a que los grandes sellos se pongan las pilas.
¿Y entonces qué pasa con el mercado del libro?
Otra cosa es que el momento que vive el comercio del libro es inversamente proporcional al momento de producción del libro, de cómo se hace, de la calidad tan buena que hay. ¿Por qué? La verdad es que en España, aunque nos parezca mentira, se ha leído bastante con respecto a otros países, tenemos otras costumbres sociales. Y el libro siempre se ha tomado como un útil de estudio o como ocio. En el momento de la crisis, si no hay dinero, como españoles tenemos otras formas de ocio, preferimos calle, preferimos salir, tomarnos la caña o el café. Si no hay dinero no se compra, eso está claro.
¿Cómo ves el futuro de Atticus Finch?
Pues vamos a ver… Aunque yo haya dicho que no vivo de Atticus, si consigo superar los cuatro años, que todo el mundo te dice que es el punto de inflexión, si consigo eso, que yo creo que sí, esto va en progresión. Es cierto que todos los meses facturo más que el del año anterior. Y son ya tres años y medio. Va en ascenso. Yo creo que tiene que llegar el momento en que pueda vivir de Atticus.
Terminamos la entrevista y en ese momento se abre la puerta. Entra una pareja joven con un carrito de bebé. Buscan un libro para regalar y lo encuentran con rapidez: eligen Matar a un ruiseñor. “Es que a mi hermana le encantaba la película cuando era pequeña”, explica el chico.