Iñaki Domingo y la depuración de la imagen
Entrevistamos a Iñaki Domingo con quien hablamos de la práctica fotográfica, los procesos perceptivos y la responsabilidad de la fotografía mientras visitamos la exposición dedicada a Lewis Baltz en la Fundación Mapfre.
Tomemos uno de los textos más citados y recurrentes sobre teoría de la fotografía como es “La cámara lúcida” de Roland Barthes. Escribe Barthes sobre el “referente fotográfico”, aquello necesariamente real que se coloca delante del objetivo y sin el cual no habría fotografía, una obstinación del referente que siempre está ahí. La pintura, sigue diciendo Barthes, puede fingir la realidad sin haberla tenido delante. Es el cruce entre fotografía y corrientes pictóricas como la abstracción o el minimalismo, esto que según Barthes eran opuestos casi irreconciliables, lo que permite aproximarnos al trabajo de Iñaki Domingo, con quien hemos visitado la exposición de Lewis Baltz en la Fundación Mapfre.
Todas las categorizaciones reducen y dejan fuera una cantidad ingente de elementos pero según la forma de abordar la práctica fotográfica se pueden hablar de dos momentos en el trabajo de Iñaki Domingo que guardan cierta relación con las diferencias que marcaba Barthes entre fotografía y pintura. La primera de las etapas estaría vinculada a la intimidad en la que el elemento narrativo es ciertamente relevante aun siendo imágenes muy potentes visualmente. El “estar ahí”, el referente fotográfico se haría más evidente en esta primera etapa. La segunda etapa se caracterizaría por investigar el propio medio fotográfico, derivando hacia lo conceptual. Pero sería un error reducirlo a una mera abstracción puesto que Iñaki Domingo en ningún momento pierde de vista el mundo sensible que hace posible generar esas imágenes. De ahí la clara relación con Baltz, de quien se podría decir peyorativamente que sus fotografías son frías e inmateriales, pero esto implicaría no haber entendido el proceso de síntesis y conceptualización que el fotógrafo lleva a cabo.
Tanto Iñaki Domingo como Lewis Baltz mantienen una cierta relación con el minimalismo, que tiene que ver con una depuración de la obra. Para Baltz, que retrata la otra América de los sesenta y los años posteriores, la fotografía supone un medio de expresión y herramienta de investigación, por ello se le ha caracterizado como “artista de pensamiento conceptual” en lo referido a los contenidos de sus imágenes. A través de sus fotografías Baltz pretende captar ese paisaje que se ha urbanizado y estructurado a partir de una serie de intereses inmobiliarios, en el que el territorio –especialmente el de las periferias y suburbios– se ha capitalizado, convirtiéndolo en propiedad.
Este elemento personal con el territorio se hace evidente en Iñaki Domingo en sus primeras series, especialmente en aquellas en las que los lugares están vinculados a su propia biografía, en el que el punto de partida es la experiencia de él mismo como individuo con ese sitio. Ejemplos de ello serían Vía de la Cruz, título que toma de la calle de Mallorca en el que su familia pasaba las vacaciones de verano y se hace relevante por los recuerdos que contiene, o Ser Sangre, replanteando la idea de álbum familiar a partir del entorno próximo en unas vacaciones con la participación de distintos miembros de la familia. En ambos casos, como dijo el propio Baltz, el paisaje humano se convierte en una “autobiografía involuntaria” y de ahí que Iñaki Domingo tenga tanto respeto por el lugar del que viene aun cuando el tema de la imagen no es propiamente ese.
“La abstracción no se preocupa menos de la realidad sino que lleva a cabo un proceso más depurado”, sostiene Iñaki Domingo. En efecto, esto nos permite acercarnos a la obra de Iñaki Domingo difuminando esas dos etapas que hemos apuntado. Su primer contacto con la fotografia tenía que ver con la imagen periodística y posteriormente se fue centrando en cuestiones que le interesaban y preocupaban vinculadas con el propio “yo”. En esta primera etapa tendría un mayor protagonismo la necesidad de dar forma a la experiencia, registrar la vida, fijar el elemento experiencial y biográfico, como hemos apuntado, con todo aquello que acompaña a la cotidianeidad.
Siguiendo un gesto muy similar al de la abstracción pictórica (Malévich hablaba de buscar nuevas relaciones con la naturaleza y las cosas a través de las formas) Iñaki Domingo buscó desnudar la imagen, prescindir de elementos narrativos (Malévich diría prescindiendo de aquello que no le es propio al arte) hasta trabajar con la forma, el color, la luz, elementos básicos de la fotografía. Ante esta necesidad de síntesis Iñaki Domingo se topa con el límite de lo que se puede representar a través del propio medio fotográfico. De forma similar Lewis Baltz lleva a cabo una depuración del paisaje y de la América escultórica dando un papel fundamental a la geometría y los matices del blanco y negro.
Esta preocupación por los propios elementos de la fotografía se traslada perfectamente en la última exposición de Iñaki Domingo, “Gradiente”, inaugurada el 18 de este mes en el Centro de Arte de Alcobendas, que se presenta como una exposición “de fotografías sin fotografías, o quizá más bien una exposición sobre fotografía”. En ella se plantea la teoría del color, los procesos materiales que se emplean para crear imágenes sin que estén estas de forma explícita. Se trata de una forma realmente original y sugerente de pensar el impacto causado por la proliferación de imágenes abordando una problemática tratada –aunque desde una perspectiva muy diferente– por Hito Steyerl en relación a nuestras sociedades hipermediatizadas. Así pues, en la exposición “Gradiente” Iñaki Domingo profundiza en la materialidad de la imagen y su transformación de código binario a objeto tangible.
Se trata de pensar en la responsabilidad que tiene la fotografía, sostiene Iñaki Domingo, y para ello quizá hay que retornar a su origen, desnudando la imagen, sintetizándola y reconsiderando sus bases. Esta postura también acerca Iñaki Domingo a Lewis Baltz, que a finales de los ochenta tomó una nueva dirección hacia cuestiones relacionadas con las imágenes de seguridad y control. Al final, como indica Iñaki Domingo, esto tiene que ver con vivir el arte como el territorio de la excepción, experimentándolo y estando en constante búsqueda. Esta búsqueda siempre se da ante algo tan misterioso como es la evidencia del mundo, aquello que percibimos, aquello que Barthes decía que se encuentra siempre delante del objetivo fotográfico pero que quizá hoy no se deja ver tan fácilmente.