Lois Patiño y los destellos de la imagen
Lois Patiño visita la exposición dedicada a Jonas Mekas en La Neomudéjar, en el marco de Filmadrid, que podrá verse hasta el 7 de agosto.
Sumergidos cada uno de nuestros cuerpos en lo visible, ellos están al mismo tiempo viendo y siendo vistos. “El que mira todas las cosas, también se puede mirar y reconocer entonces en lo que ve el otro lado; él se ve viendo, se toca tocando, es visible y sensible para sí mismo”. Con esta cita de Merleau-Ponty comienza Lois Patiño la visita por la exposición en La Neomudéjar dedicada al cineasta Jonas Mekas, porque esos objetos, paisajes, personas, son los que se encuentran en el mundo y producen instantes reveladores que esperan ser captados. Esos instantes son los que le interesan atrapar a Lois Patiño en su obra, esos destellos que son la forma que tiene de presentarse la verdad. En la obra "La imagen arde" (2013) se trata precisamente de eso, de “generar una reflexión sobre el modo en que recibimos las imágenes, en que éstas nos afectan, nos tocan, dirá Didi-Huberman”. Así, el juego entre imagen, esa alteridad que miramos pero también nos mira, y espectador resulta fundamental. También para Jonas Mekas son fundamentales esos destellos, esos brief glimpses of beauty, que son los que lo interpelan a él directamente y provocan en Mekas esa necesidad de grabarlos.
Para captar estos instantes, sostiene Lois, la capacidad de asombro y el poder conmoverse es imprescindible. Se trata de estar a la espera de ese instante, de ese destello, para conectar con la imagen en otro nivel mucho más profundo guiado por la intuición. Sin embargo, este proceso es muy distinto entre Lois Patiño y Jonas Mekas. Como indica el título de la exposición, “I Sing And I Celebrate”, Mekas graba su entorno, la belleza de lo que le rodea, de sus amigos hacia el exterior, de una forma casi expansiva y celebratoria. Lois Patiño, en cambio, lleva a cabo un proceso de introversión. “En mis obras intento traer hacia mí aquello que no está en la superfície”. De este modo podemos diferenciar la quietud y el silencio en las películas e instalaciones de Lois Patiño con respecto la danza y la música de las películas de Mekas.
La contemplación que desarrolla Lois Patiño lleva a una interiorización de la imagen que en cierto modo se ve alterada y, a partir de este proceso, se piensa el ritmo de una forma muy diferente a como lo hace Mekas. De la shaky camera o los single frames de los diarios de Mekas, pasamos a unas películas con un ritmo completamente distinto porque Lois Patiño las piensa a partir de los elementos del propio paisaje. Tanto el visionado de los films de Jonas Mekas como los de Lois Patiño es una experiencia intensa en la que se sugieren muchísimos conceptos, tanto sensorial como narrativamente. Aunque ambos sean conscientes de estas imágenes que nos miran, en Mekas hay una acumulación, mientras que Lois depura y lleva a cabo una síntesis formal. En ese sentido, Rothko es un referente para Lois Patiño para llegar a la esencia pura a través de una búsqueda de profundidad y trascendencia.
Esta tensión entre lo abstracto y lo figurativo queda perfectamente reflejada en la obra de Lois Patiño “Fajr” (2016), que se pudo ver en esta última edición de Filmadrid, cuando en el amanecer se comienzan a identificar las siluetas poco a poco con los primeros rayos de luz que van dando dimensión y volumen al espacio. Es esta tensión (especialmente en lo referente a lo abstracto) lo que permite pensar la materialidad y la ausencia, la huella del proceso, a diferencia de lo figurativo que acerca al componente narrativo.
“La abstracción remite a lo incompleto, a lo vacío”, comenta Lois. Este misterio que tiene que ver con un cierto inacabamiento o la posibilidad de poder ser cualquier cosa tendría que ver con esas estrategias de evocación de las que Chantal Akerman hablaba a propósito de su film "Jean Dielman, 23 Quai du Commerce, 1080 Bruxelles" (1975).
Lois Patiño ha trabajado alrededor del paisaje, cercano en este sentido a un cineasta como Peter Hutton, en obras como “Paisaje-Duración” (2009-2010), “Montaña en sombra” (2012), “La imagen arde” (2013) y “Costa da morte” (2013) y en algunos de ellos ha incidido en el concepto de distancia e inmensidad. Sin embargo, la forma de trabajar tiene que ver con mantener una relación muy íntima con ese entorno (que también implica una cierta soledad ante el paisaje, como con el sentimiento oceánico, al que hace referencia Lois) y estar concentrado y perceptivo ante los posibles cambios o alteraciones del paisaje. Se trata de esperar lo inesperado. En ese sentido Mekas también graba con su cámara en las situaciones más cotidianas a la espera de ese instante preciso en el que sucede algo imprevisto o que por algún motivo resulta asombroso.
En la exposición se hace evidente la cercanía de Mekas con las personas que aparecen, principalmente amigos, y ahí el rostro tiene un papel fundamental. Si bien la forma de grabar de Mekas y de representarlos es de alegría y con un espíritu celebratorio es imposible no ver esas imágenes con una cierta tristeza porque muchos de ellos ya no están. En la obra de Lois Patiño están presentes también rostros, pero más pensativos, como imágenes evanescentes, y flotantes, casi fantasmales. Así, en un proyecto como “El cuerpo vacío” (2010) toma una cita de Edmond Jabès cuando dice que “la vida no es más que la muerte que vibra”.
El tiempo y la finitud, así como una relativización de la presencia, atraviesan la obra de Lois Patiño. En una obra como “Costa da morte” (2013), se superponen capas temporales sobre el tiempo presente de la imagen. El pasado de ese lugar, sus historias y mitos están y no están presentes, escapan de una presencia que se pueda atrapar, del que sólo permanecen huellas. En “Fajr” (2016), por su parte, se da un tiempo exterior, cotidiano, y por otro lado un tiempo espiritual o de trascendencia, una temporalidad pura en términos de Bergson, y un tiempo alterado de la conciencia. En Mekas también se dan distintas capas de temporalidad (el momento que se vive y se graba, el tiempo del montaje, el tiempo de la memoria voluntaria o involuntaria) y una voluntad de trabajar con el tiempo y el registro de los acontecimientos pasados vividos y recordados a través del diario filmado y siendo evidente en un film como "Reminiscences of a Journey to Lithuania" (1972).
Entre Lois Patiño y Jonas Mekas podrán existir muchas diferencias pero lo que es innegable es que ambos exploran y llevan al límite el lenguaje audiovisual, expandiéndolo y ampliando las capacidades expresivas del medio, más allá de lo conocido y transitado. Al final, aunque sea de modos distintos, lo que está presente y comparten es una búsqueda de esa imagen que arde, de esos destellos de la imagen, aquello inesperado que, como decía Bresson, siempre espera secretamente.