Cuando el arte se hizo ciencia
En la sala c arte c de la Universidad Complutense se exhiben modelos anatómicos de cera del siglo XVIII, utilizados por médicos y artistas a través de los siglos y que forman parte de los fondos científicos didácticos de la universidad. La muestra titulada “Arte y carne” se puede visitar hasta finales de año.
En un punto de la historia de España, la medicina y el arte se dieron la mano. Fue bajo el reinado de Carlos III, un rey ilustrado que quiso impulsar la educación en su país, consciente de que sería un motor de regeneración y riqueza. Una de las instituciones que potenció fue el Real Colegio de Cirugía de San Carlos, situado en el edificio que hoy ocupa el Museo Reina Sofía. El Colegio de Cirugía nació con la intención de ser una entidad independiente, pero terminó convirtiéndose en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense.
En esta época, la cirugía se consideraba una práctica mal vista, un trabajo para personas de clase media-baja, la alta burguesía no estaba interesada en la práctica médica hasta que Carlos III apoyó la creación de este Real Colegio. A partir de este momento, y paradójicamente, la medicina se convirtió en una de las principales ocupaciones de las clases altas.
Para la enseñanza de los jóvenes cirujanos se recopilaron numerosos manuales de anatomía y cirugía, y algunos médicos comenzaron a investigar y a escribir sobre sus descubrimientos, como es el caso de Diego de Argumosa, al que debemos la famosa calle en Lavapiés, Catedrático en el Colegio de Cirugía de San Carlos y un cirujano excepcional que revolucionó el panorama quirúrgico con novedades como cambiar la posición de los pacientes que iban a ser operados, de sentados a tumbados.
Una de las técnicas más didácticas, y que hoy en día se sigue utilizando, era la disección de cadáveres. Sin embargo, debido a la falta de medios para conservar los cuerpos no podían evitar su descomposición, así que prácticamente a la vez que se fundaba el Colegio de Cirugía, Carlos III encargó la creación de unos modelos anatómicos en cera que reprodujeran disecciones, cortes y situaciones clínicas con carácter científico-didáctico. Los encargados de realizar estas ceras fueron dos escultores de la corte, que ya tenían experiencia en este tipo de ceras y que provenían de la escuela italiana, coordinados y asesorados por un Catedrático en Anatomía del Colegio de Cirugía.
Cien años después de su creación, estas ceras ya se consideraron obras de arte únicas, por lo que se puso en marcha el Museo Anatómico del Colegio, donde se restauraron las ceras y la colección se amplió con otro tipo de piezas. Después, el Museo fue pasando por diferentes etapas hasta caer en un peligroso olvido en los últimos años del siglo XX. El profesor Javier Puerta, Catedrático de Anatomía y Embriología Humana dirigió el Museo de Anatomía de la Universidad Complutense, que alberga estos valiosos fondos, y gracias a su trabajo volvió a ponerse de manifiesto la importancia de sus piezas, restaurándose las ceras anatómicas con un espectacular resultado que podemos ver en “Arte y carne”.
La exposición se articula en ocho salas que narran el origen, utilidades y desarrollo de los estudios anatómicos, no sólo en la medicina, sino también en las Bellas Artes. A través de los diferentes espacios encontramos modelos de cera junto con dibujos y manuales ilustrados minuciosamente, material quirúrgico de la época o la recreación de una sala de disección.
Se le dedica un intenso capítulo a los estudios cerebrales, donde podemos encontrar una serie de ceras que muestran diversas perspectivas del cerebro y del cráneo, junto a publicaciones de investigaciones que han ayudado al conocimiento de nuestro sistema nervioso.
Pero si hay un tema en el cual se avanzó especialmente, gracias a la fundación del Colegio de Cirugía, fue en la obstetricia. Una ciencia muy poco investigada hasta ese momento y que contenía multitud de lagunas, incluso para los profesionales. Por esto se insistió especialmente en la investigación sobre el embarazo, parto y recién nacidos: las complicaciones posibles, las posiciones del bebé y las reacciones del cuerpo de la madre a estos movimientos.
Uno de los modelos anatómicos más impresionantes está precisamente relacionado con este tema. Conocido como la parturienta, el modelo muestra a una mujer, casi a tamaño natural, justo en el momento del parto. Esta cera estaba bastante deteriorada y ha sufrido un arduo proceso de restauración.
Como si fuera el ciclo de la vida, en la siguiente sala se muestran modelos en los que se pueden apreciar la musculatura responsable del acto de andar, de hablar y escuchar.
La muestra cierra con una sala en la que arte y ciencia dialogan, ya que los modelos anatómicos eran usados por los cirujanos para conocer el cuerpo humano, pero estos mismos médicos también acudían a las escuelas de Bellas Artes para impartir anatomía, una rama de la práctica artística muy valorada y exigente, aún a día de hoy. De tal forma que los modelos de cera no sólo fueron útiles para su estudio médico, sino también para la formación de artistas y para que estos mismos artistas ilustraran manuales de cirugía, cerrando un círculo perfecto.