La Feria del Libro desde la barrera
La Feria del Libro de Madrid celebra este año su 76ª edición con sus habituales casetas blancas y sus paseos por el Retiro, todo esto nos es muy familiar, pero ¿cómo se vive la feria del otro lado? Escritoras, libreras y editoras nos cuentan cómo es la experiencia desde dentro.
Ya estamos en la última semana de la Feria del Libro de Madrid, uno de los eventos culturales más importantes del año; ese momento en el que en El Retiro se dan cita niños y mayores, famosos y gente anónima, la princesa del pueblo y la princesa Leonor, y para todos hay un libro, un evento y una bolsa con gato.
Como el lado de los de fuera, el de la torradera, ya lo conocemos, me he propuesto hablar con los profesionales del libro (ese concepto) para que nos cuenten un poco cómo se vive la feria desde el otro lado. Y resulta, quién lo diría, que en ese lado te torras más. Eso me cuenta Cristina Fallarás, que describe el proceso de firmar dentro de una caseta como algo no muy distinto al lo que vive un pollo dentro de un horno, cociéndose en su propio jugo. Por lo menos la puerta del horno en este caso está abierta, y quien viene a mirar desde fuera no tiene, por lo general, deseos de comerse a quien firma a fuego lento. Y mientras me cuenta esto Cristina, que está repartiendo la revista El Dobladillo entre los visitantes con otras compañeras, oigo una frase que nunca pensé que oiría, de la boca de una de esas compañeras que reparten la revista:"¡Pedro Sánchez me ha cogido El Dobladillo". Ya lo veis: la Feria está llena de sorpresas.
Y para muestra, otro botón: "Hace un rato vino un grupo de adolescentes a comprar un libro. Cuando una de ellas sacó la cartera, un amigo le dijo: ‘Pero si tienes una foto de Federico’. Pensé que sería un amigo en común, o un ligue. Era Federico García Lorca", me dice una librera que prefiere mantenerse en el anonimato.
Le pregunto a Patricia Sarabia, de Tropo Editores, por su perspectiva como editora, y me cuenta de todo; desde la ubicación ideal de la caseta ("que haya árboles, que esté en la acera de interior y que no se encuentre demasiado cerca de los accesos al parque son los tres requisitos más deseados"), hasta cuál es el tipo de lector que visita la feria:
"Solo el lector frecuente acude durante el año a las librerías; el ocasional, se nutre del libro desde este tipo de eventos, y en general emplea el fin de semana para hacerlo, de manera que la galería de personajes desfilantes cambia por completo de un día para el otro. Entre semana es un placer charlar con quienes ya te visitaron el año anterior, volver a jugar al juego de las prescripciones. Durante el finde, es maravilloso entablar la conquista de un nuevo lector, descubrirle tu catálogo, averiguar si tienes lo que él busca mientras entiendes sus tiempos, sus gestos, su necesidad de silencio o de consejo".
Pero no todo en la feria es vender ni hablar con los visitantes. Os sorprenderías de la cantidad libreros, editores y vendedores en general que me cuentan que la gente por no hablar ni siquiera establece contacto visual con las personas que tiene delante. "Eso sí, a la hora de pedir marcapáginas, la gente no se corta un pelo", me cuenta una informante anónima entre risas. ¿Acaso alguno de los presentes puede tirar la primera piedra? ¿A quién no le va a gustar un buen marcapáginas?
Patricia se muestra más optimista con esos silencios y me lo cuenta así:
"En los ratos en los que no interactúas con los clientes, con la gotita de sudor en la frente, el dolorcito de pies, el recuerdo de tus otras tareas editoriales pendientes, está la magia de compartir la experiencia con tus compañeros de caseta, el anecdotario que se dispara, los pronósticos de venta del día siguiente. La reconfortante sensación de que no estás solo y de que verdaderamente estás haciendo lo que te gusta".
La Feria del Libro cierra este domingo, así que si aún no lo habéis hecho, os invito a que os paseéis por El Retiro, os dejéis aconsejar y veáis lo que se cuece, literalmente, en el lado de dentro de las casetas.