El presente de DIMAD
La Asociación Diseñadores de Madrid, DIMAD, difunde la cultura del diseño y el trabajo de sus profesionales, sin perder de vista cuestiones actuales como el género, el cambio de paradigma económico o las nuevas tendencias.
Remontarnos a los orígenes de la escuela de la Bauhaus, allá por 1920, es remontarnos a los orígenes del diseño y a la formación académica de esta disciplina. Es también hablar de una primera estructura que aún suponiéndole una concepción progresista y un compromiso político con las desigualdades sociales, supo ser continuista, estableciendo divisiones claras en el trabajo, y mantuvo a sus diseñadoras en segundo plano relegadas a labores bidimensionales. Mientras se fraguaban los personajes que asentarían las bases para aquel “arte total”, una generación de mujeres acabaría siendo eclipsada, acarreando problemas a las profesionales del diseño actual para encontrar referentes. Así me lo cuenta Celia Terrón, diseñadora de producto, quien desde esta perspectiva abordaba su intervención en el último encuentro organizado bajo el ciclo Diálogos, “Cuestiones de género en el entorno del diseño industrial”, que tuvo lugar en la Central del Diseño en Matadero, el campo de batalla sobre el que DIMAD, la asociación de diseñadores de Madrid, vuelca gran parte de sus actividades.
A raíz de este evento me reúno con Soledad Hernández de la Rosa, actual presidenta de la asociación, esperando que nos hable desde sus 25 años de experiencia de diseño, de cuestiones de género y de los proyectos que está impulsando la actual junta directiva. Quedamos en un café de Madrid y escojo un estudiado atuendo para la ocasión: una camiseta de la Bauhaus que reproduce una de las imágenes míticas de los personajes referentes de la escuela, entre ellos Gunta Stölzl, única mujer de la imagen y una de las pocas profesoras. Pero homóloga a esta fotografía existen otras tantas. En otra puede reconocerse a Anni Albers, Gertund Arndt y Otti Berger, entre otras mujeres del taller de textil.
¿Es el diseño aún hoy un mundo de hombres? Soledad respondió a esta pregunta, aunque no fue formulada de un modo directo. Junto a su socia gestiona desde 1986 un estudio de diseño gráfico, época en la que diseñadores como Pepe Cruz Novillo y Alberto Corazón, lideraban el mercado. Su experiencia en el asociacionismo se remonta a la AEPD, la asociación española de profesionales del diseño de la que fue directora de 2006 a 2009, el primer movimiento asociativo entre diseñadores de la capital que contó en sus filas con Manuel Estrada, Roberto Turégano, Dimas García Moreno o Pedro García Ramos. Pero el carácter nacional con el que había nacido fue evolucionando hacia una concepción más localista, con la intención de gestionar de forma más eficiente peculiaridades del diseño y su mercado en la capital. De este nuevo modelo surge DIMAD, a cuya junta accede Soledad bajo la dirección de Pedro Feduchi. De los 17 fundadores de DIMAD en 2004 sólo dos eran diseñadoras, Myriam Anillo y Sonia Díaz. La junta de 2016 alcanzó la paridad y puso la dirección en manos femeninas. El nuevo proyecto quiso ver representados a todos los sectores del diseño, también a las escuelas y al sector de difusión. La paridad llegó por la convicción, casi intuitiva, de que esos agentes aportaban la pluralidad necesaria y fue posible, también de forma decisiva, por la bajada de la media de edad de sus integrantes; la consecuencia fue constituir un equipo reflejado en un entorno real y actualizado.
Entre los proyectos que lleva a cabo la asociación destacan sus clásicos como la BID (Bienal Iberoamericana de Diseño); Gráfica, una iniciativa dedicada a la comunicación gráfica y que se ha visto enriquecida con el auge de diseñadores de producto en la capital; Producto fresco, que este año invita a Extremadura dentro de una dinámica de rotación por comunidades que pretende intercambiar mirando hacia afuera. Charlas y conferencias, festivales exprés como el festival Love Carton que podréis visitar del 10 al 13 de mayo o exposiciones como la recién clausurada España diseña. Proyectos propios que impulsan y gestionan desde la asociación sumado a propuestas privadas, con las escuelas de diseño y las empresas.
El nuevo modelo de escuela es relativamente reciente. Me cuenta Soledad que a principios de los 80 los diseñadores se formaban en otras disciplinas y en muy poco tiempo se han gestado varias generaciones de profesionales de alta formación que han desbordado la capacidad estratégica de un tejido empresarial que aún no concibe las ventajas del diseño. Desde DIMAD tratan de implantar este nueva realidad en las empresas. Este descompás sucede también en la profesionalización de las diseñadoras; mientras las escuelas parecen haberse distanciado del modelo de formación sesgada, el mundo laboral aún no ha sabido integrar aún la tendencia natural al intercambio de roles. Históricamente, trabajos que debieron ser complementarios se seccionaron y el capitalismo colocó los oficios no productivos ni remunerados, tradicionalmente femeninos, en un eslabón inferior, asimilando las trabajadoras principios erróneos que aún se conservan en la actualidad. Pero estos principios no afectan solo a cuestiones de género, a medida que la sociedad asuma como propios los conflictos que los movimientos por la igualdad de género están poniendo hoy sobre la mesa, a medida que las soluciones a aquellos se infiltren en los distintos estamentos que rigen nuestro día a día, ese reflejo se verá dado en todos los ámbitos, incluido el del mercado del diseño.
Soledad Hernández de la Rosa cierra el encuentro con unas esperanzadoras declaraciones: “Vivimos los cambios de los principios de siglo. Existe un cambio de modelo de sistema productivo, de una organización competitiva hacia otra colaborativa. Vivimos el auge del diseño estratégico, una nueva disciplina que enseña a pensar, qué queremos y cómo lo queremos. El sistema cultural que conocíamos está en su zenit y es apasionante construir en este período, y el diseño, en este sentido, tiene mucho que aportar”.