¿Qué estás mirando?
Hasta el 10 de marzo se puede visitar la exposición "What are you looking at?" de Carmen Figaredo en la galería Herrero de Tejada, una propuesta que invita a establecer una distancia al observar las imágenes más cotidianas para conseguir una reflexión crítica.
La pregunta ¿qué estas mirando? interpela al espectador de forma provocadora, todavía más si la leemos en la versión inglesa que lleva por título la exposición: What are you looking at? La interrogación no solo espera que demos una respuesta atendiendo a lo que tenemos en frente, sino cuestionándonos a nosotros mismos: ¿por qué miramos de la manera que miramos? ¿Cuáles son los filtros y condicionamientos que pervierten nuestra mirada? La propuesta establece una distancia entre las imágenes y el espectador, invitándole a pensar antes de juzgar lo que está viendo.
El título surge del arranque de una canción que la artista tenía rondando en su cabeza desde hace años: "Vogue", de Madonna, perteneciente al álbum "Celebration". La frase aparece antes de comenzar la letra, casi como una advertencia ante lo que va a venir. Una primera lectura –la más extendida hasta el momento– de la palabra "vogue", nos remite a la famosa revista de moda y tendencias. La interpretación tiene todo el sentido, puesto que la moda es un elemento omnipresente en la exposición. Sin embargo, a poco que investiguemos, sale a relucir la verdadera historia de la canción: Madonna tomó la idea de una forma de baile urbano, el vogue –a su vez inspirado en las poses de las revistas– que eclosionó en los años 80 en Nueva York y cuyos protagonistas eran hombres de la comunidad LGTB afroamericana. Estos cuerpos disidentes se expresaban en los ballrooms, lugares donde se desarrolló una cultura alternativa libre de miradas sentenciosas. De la misma manera, las mujeres que llenan las paredes de la exposición, esperan no ser observadas ni juzgadas desde el prisma que promueve el sesgo propagandístico y nuestra sociedad en general.
Fotógrafa de formación, Carmen Figaredo, ha prescindido de capturar con la cámara sus propias imágenes para desarrollar un discurso puramente fotográfico: aquel que habla de contenidos y no de realidades aparentes. Las imágenes provienen de cientos de revistas de moda, de diferentes épocas, a partir de las cuales la artista realizó alrededor de 800 collages en un periodo de dos años. "Veía cosas en las imágenes que me atraían, pero les faltaba algo, tenían algo más que contar o estaban malinterpretadas. Me pedían que las cambiase y contase otra parte de su historia". Así es como la artista se imbuye en un intenso proceso en el que recorta, colorea, interviene y manipula imágenes de forma espontánea y casi automática. La estética y la belleza son claves en este procedimiento, Carmen Figaredo no tiene ningún reparo en reconocerlo: "la elegancia es importante". Tampoco reniega del mundo de la moda, porque se ha dedicado profesionalmente y participa de ello, pero la muestra encierra indudables reflexiones críticas en torno a la manera de presentar a la mujer en este campo, así como en el publicitario. "A pesar de trabajar de una forma muy intuitiva, una vez terminadas las piezas, me doy cuenta de que estaba pensando algo muy concreto. Hay mucho que leer, la estética, la mujer, su cuerpo, cómo lo percibimos, cómo nos lo quieren hacer ver, cómo lo situamos…".
La exposición está dividida en dos partes, en la primera sala encontramos una pared de collages de mujeres, a excepción de un hombre. Son obras coloristas, llenas de formas geométricas, dobleces, capas: estratos que alientan a profundizar en una identidad otra. Este es el caso de "All beautiful reflection have many layers", imagen del bello rostro –aunque fragmentado–, de una mujer, cuyo reflejo en el espejo está intacto. Lo que se muestra o lo visible, no tiene por qué coincidir con la realidad. Este ha sido el gran lastre de la fotografía: entenderse como herramienta reveladora de la verdad, cuando en realidad no deja de ser un significante por el que desfilan y quedan atrapados los significados del autor. Figaredo hace hincapié en el error que conlleva presuponer realidades donde no las hay y propone interpretaciones alternativas, probablemente más cercanas a un contenido real.
El resto de la exposición se completa con fotografías a gran escala de los propios collages. La calidad de la imagen hace que se confundan con obras originales en lugar de reproducciones. La artista juega con esta ambigüedad para cuestionar de nuevo la autoridad del medio fotográfico en relación a la veracidad.
La sensualidad y el brillo que impregna las imágenes convive con la violencia que se desprende de algunas de ellas: ojos que no ven, puños que traspasan o manos que imponen. "La pieza "Swallow it all" pertenece a un especial de belleza y esta imagen en concreto ilustraba unas pastillas para revitalizar el cabello. La imagen es muy violenta, una mano con guantes que te obliga a tragar algo". El mensaje de la revista es claro: trágate las pastillas, pero no solo eso, sino todo lo que te intentamos vender. Trágatelo todo. Así es la relación que hoy en día tenemos con la publicidad, engullimos los productos y las marcas como si fueran una especie de panacea para adaptarnos a un mundo que demanda apariencia. La artista presenta la figura sobre un fondo gris, como el de un pozo sin fondo al que estamos destinados si nos dejamos bombardear por los cientos de imágenes que nos dictan cómo tenemos que ser.