Cine de barrio en el exilio
Desde 2012, el cine-club Chantal ha programado sus sesiones de manera colectiva, generando debate e intercambio de conocimientos. A pesar de sufrir varios cambios de ubicación, el proyecto ha resistido durante este tiempo hasta llegar a su nueva sede, La Ingobernable.
En la esquina del Paseo del Prado con la calle Gobernador, frente al edificio del CaixaForum, se alza La Ingobernable, el centro social reapropiado desde hace unos meses en pleno barrio de Atocha. En donde se halló una antigua sede de la UNED y posteriormente un Centro de Salud, es desde principios de mayo un gran nodo de colectivos, talleres y charlas abiertos a todos los vecinos. Las dimensiones de este edificio impresionan: unos 3.000 metros cuadrados repartidos en tres plantas y una terraza. En una de las salas del tercer piso un grupo de personas se reúne cada martes para ver y discutir sobre cine.
La historia de Chantal empezó en octubre de 2012 en La Morada, el centro que fue ocupado por la asamblea del 15M en el barrio de Chamberí que tuvo mucho arraigo con el tejido vecinal. En ese contexto es donde un conjunto de personas empiezan a trabajar en la idea de montar un cine-club cuya programación se acordara de manera colectiva. Todavía embriagados por la inmediata experiencia del 15M, el grupo se propuso guardar fidelidad a dos ideas: reivindicar el cine como el único arte que ha llegado a ser verdaderamente popular en el pasado, intentando revivir hoy ese fenómeno en la medida de lo posible; y tratar de preservar la experiencia de algo como fue el 15M, es decir, la experiencia de la igualdad, buscando generar un espacio en torno al cine donde se dieran esas mismas condiciones.
Tras el repentino desalojo de La Morada en abril de 2016, el cine-club no se disolvió y por el contrario decidió continuar su actividad en la diáspora. Su siguiente sede fue La Casa Roja, un antiguo estudio cinematográfico gestionado por las Juventudes Comunistas que fue desalojado al poco tiempo después de asentarse. Sin embargo llegaron a proyectar un par de películas, entre ellas "Toute une nuit" de Chantal Akerman, directora que acabó dando nombre propio al cine-club. Tras su fugaz paso por Lavapiés se trasladaron a CSO La Traba, o lo que en Delicias aún se conoce como el antiguo Candilejas: una colosal sala de cine en absoluta decadencia con un aforo para 1500 personas. A pesar del esfuerzo invertido durante varias jornadas de trabajo instalando una pantalla y rehabilitando el patio de butacas, el sueño de volver a proyectar en una sala de cine en condiciones fracasó tras
un conflicto con la gente de La Traba, que súbitamente les negó el uso del espacio. Vencida la tragedia, hoy por hoy Chantal ha arraigado en La Ingobernable, y ahora busca abrirse a al barrio de la misma manera que en Chamberí, donde gran parte de las asistentes eran las mismas vecinas. Dándose a conocer en los mercados, a través de pasquines y con el boca-oreja buscan de nuevo ese espacio para ver cine con otros ojos.
Cada sesión se plantea sin un criterio de contenidos predefinido, pero si alguna cosa no ha cambiado desde su primera proyección es el propio formato del encuentro. Hay una regla mínima, pero hay que intentar atenerse a ella, ya que garantiza que ese espacio se haga igualitario: la programación de la siguiente sesión siempre tiene que surgir a partir de las reflexiones con la película y "según los deseos, necesidades, alegrías, cóleras y razones aque dé lugar la que acabamos de ver". Durante las primeras sesiones del experimento los debates estaban cargados de posturas muy férreas e ideologizadas, pero progresivamente las dinámicas fueron cambiando entre las asistentes que se acercaban semana a semana, y las discusiones fueron surgiendo más pegadas a la película. Esto ha permitido que los puntos de vista que se compartían fueran menos privativos, porque la película es aquello que todas las personas han visto y lo que se puede compartir con los otros. Gracias a esto no importa tanto el bagaje previo de cada uno, sino el intercambio de saberes que aparecen a través del debate colectivo con la película en ese mismo momento. Esto no quita que las intervenciones acostumbren a salir sin reparos, y en el debate se llega a grados de intensidad a menudo acalorados por algo más que el agosto. Al terminar el debate, entrada la noche, las asistentes proponen películas alternativas con las que contestar a todas las ideas que han surgido durante la discusión, y se distribuye el trabajo de programación entre las mismas asistentes. Quien haya propuesto la película ganadora tiene que responsabilizarse de la proyección de la siguiente semana, además de escribir un breve texto que sirva de acta del debate, introducción a la película e invite a la sesión.
En las últimas semanas se han proyectado películas como el canto a la sororidad situado en unos distópicos Estados Unidos socialistas de "Born in flames", cuya directora Lizzie Borden estuvo hace unos pocos meses de visita por Madrid y presentando ese y otros trabajos suyos; "Intrevista", la ópera prima de Anri Sala donde el propio director trata de recuperar el sonido perdido de las entrevistas que su madre daba como militante en la República Popular de Albania; o "Anna", de Nikita Mikhalkov, un retrato de la transformación política e ideológica de Rusia durante los últimos años de la Unión, hilado a través de las entrevistas del director con su propia hija.
Chantal sigue imaginando ideas para ampliar los propios horizontes del proyecto. Una de ellas es la de que su nuevo espacio en La Ingobernable se transforme progresivamente en una sala que todo el mundo pueda utilizar para proyectar lo que desee, ampliando sus usos a las iniciativas que se desmarquen de la propia dinámica del cine-club. La ambición final es la de llegar a ser una sala de barrio donde se sepa que al menos cada martes a las ocho, de manera cotidiana, se proyecta una película al lado de tu casa.