La torre de los siete jorobados
Esta no es la primera película de género fantástico rodada en Madrid, pero sí la más importante. Durante décadas estuvo olvidada, sólo la conocían unos pocos especialistas en Edgar Neville. Ahora es un título imprescindible en la historia del cine español.
La película de este mes es la más especial de cuantas hemos proyectado. Nunca Madrid se vio en el cine como en esta adaptación de la novela homónima de Emilio Carrere (1924), transfigurado por la magia y la fantasía. El genio de Neville consiguió, con los pocos medios que la posguerra ofrecía y las durísimas condiciones que demandaba la censura, recrear una historia de misterio, con personajes y ambiente inspirados por el cine de terror norteamericano de los años treinta, sin renunciar a su mirada sobre el sainete y el costumbrismo madrileño. “La Torre” es un extraño y bello ejemplo de cine fantástico, pero con rasgos distintivos de los grandes autores españoles, aquellos que podrían haber abierto un camino fecundo en la ficción, tanto en literatura como en cine, y que, sin embargo, quedó casi condenado por el público y la crítica como una extravagancia más de su autor, dentro de un grupo memorable de películas, que combinaron el thriller con el retrato de costumbres (“La Torre”, más “Domingo de Carnaval” y “El Crimen de la calle Bordadores”).
En estos días, la emisión de la serie “El Ministerio del Tiempo” (TVE, de Pablo y Javier Olivares), ha provocado gran entusiasmo entre los aficionados, precisamente por desarrollar una historia que bebe de esas influencias (desde Neville a las series de Narciso Ibáñez Serrador), despreciadas por ser demasiado españolas, es decir, no deseables a la hora de confeccionar guiones de fantastique. Esta serie rinde tributo a la película, pues el propio Ministerio tiene idéntica forma y se encuentra en el mismo lugar que la Torre, es decir, oculto bajo Madrid en ese impresionante laberinto subterráneo que los judíos, según la historia de Carrere, habrían construido para esconderse de la expulsión en el siglo XV.
Sobre la novela y el embrollo de su autoría, la editorial Valdemar la ha reeditado en fecha reciente, siempre con el formidable prólogo de Jesús Palacios, donde el lector puede descubrir más datos de la peculiar personalidad de Carrere, adalid de la bohemia de principios de siglo. La película es una adaptación muy ligera del libro, en la que Neville prescinde de su fuerte contenido esotérico y de las constantes referencias a la cábala y las invocaciones al demonio, por razones obvias respecto a la censura, y ajusta la trama a una intriga de aparecidos, visiones inquietantes y, por supuesto, una historia de amor. Y le añade su estilo: el humor y una lista de personajes prodigiosos, arquetipos de la mejor comedia española.
La historia es maravillosa. Al protagonista, Basilio, periodista tarambana y muy supersticioso (el gran Antonio Casal, en su faceta de galán cómico) se le aparece – a través de un espejo - un fantasma de aspecto siniestro, quien le ayuda a ganar en la ruleta. De esta forma conocerá al profesor Robinsón de Mantua (interpretado por Félix de Pomés, todo un personaje, aristócrata, escritor y director), quien le pedirá ayuda para salvar a su sobrina (Isabelita de Pomés, hija de Félix), que está en un grave peligro. Basilio conocerá la existencia de una amenaza sobre la chica y sobre la ciudad: el doctor Sabatino, un pérfido mad doctor con todos los rasgos de los monstruos de la Universal, sofisticado e inteligente, atormentado por su físico y por el amor no correspondido. No podía ser otro que Guillermo Marín quien recrease de forma tan exquisita este villano español, pero que no desentonaría en una serie B de Bela Lugosi.
Basilio entra en un mundo espectral que le ayudará a luchar contra el clan de Sabatino y sus jorobados, para salvar a la chica y a su padre, el otro profesor Mantua, don Zacarías, preso en la Torre. El genial Antonio Riquelme da vida a este chiflado que está en una celda, abstraído con sus experimentos. La parte policíaca está salpicada de detalles sobre lo onírico y lo sobrenatural. La Torre invertida es un lugar siniestro, entre mazmorra medieval y rampas de castillo de vampiros. Mientras, en la superficie, aparece un Madrid que no puede ocultar la devastación de la guerra, pero se supone se presenta a principios de siglo. Basilio, los jorobados, la policía y los actores característicos se dejan ver por La Latina y el barrio de las Letras. La entrada a la Torre se encuentra en la Plaza de la Morería y Basilio pasea por la calle del Cordón, la del Rollo, la plaza del Alamillo… Entre cafés, cupletistas, casinos y títeres de cachiporra hay mensajes con signos escritos en lenguas muertas. El espíritu de Napoleón se cuela en las invocaciones sin venir a cuento. Sombras siniestras tras la Almudena...
No se la pierdan. Y vean El Ministerio del Tiempo.